La última sonrisa de Rafael Trejo
Antonio Ainciart Agüero, jefe de la policía, contemplaba con arrogancia la escalinata de la Universidad de La Habana al amanecer del 30 de septiembre de 1930, después de cercarla con sus fuerzas como lo había ordenado el presidente Gerardo Machado para reprimir la protesta de los estudiantes, misión que intentaría con saña, sin saber que con ello se aseguraba su trágico final tres años después.
Autor: Jorge Wejebe Cobo| Foto de Archivo