Los estudiantes y profesores de la escuela Ángel del Castillo Agramonte, de Ciego de Ávila, saben bien el significado de preservar la historia y contribuir a su conocimiento por las generaciones de cubanos.
Para ese colectivo, ubicado en el Consejo Popular Mamonal, del municipio de Majagua, ha sido siempre interés mantener vínculo directo con la comunidad en la formación de valores y en la recordación de los acontecimientos y hechos trascendentes en la Patria.
Suficientes razones hay para ello, pues lleva el nombre de un mambí de la guerra de los Diez Años y está muy cerca de los potreros de Lázaro López, declarados Monumento Nacional y donde el 30 de noviembre de 1895 quedó constituido definitivamente el Ejército Invasor por el Generalísimo Máximo Gómez y el Titán de Bronce, Antonio Maceo.
El accionar notorio del centro mixto educacional avileño permitió que fuera una de las 16 escuelas que en el país recibiera recientemente el Premio del Barrio, máximo galardón que otorgan los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
Los 337 alumnos que allí estudian las enseñanzas primaria y secundaria destacan por su presencia en concursos provinciales y nacionales de las diferentes asignaturas, y la mayoría del claustro de maestros integra una sección de base de la Asociación de Historiadores de Cuba.
Para Orelvis Hernández Mendoza, director de la “Ángel del Castillo”, el reconocimiento también es de todos los vecinos del lugar, siempre atentos a que el plantel cumpla su objeto social.
“Este premio ahora forma parte de la sala de historia que reúne evidencias de las diferentes etapas transitadas por la nación desde la comunidad primitiva hasta la actualidad, y constituye un compromiso con las futuras generaciones”.
Andar por los pasillos de esta institución docente, construida en la década del 70 del siglo XX, y conversar con estudiantes y profesores, es como la vida misma, que en su continuo accionar se nutre del pasado y deja las huellas capaces de garantizar el presente y el futuro.