La trayectoria corta, pero notoria, de René Ramos Latour o Daniel, en la clandestinidad, lo presenta como un joven patriota que vivió con el objetivo de la redención y la justicia social de su Patria.
Fidel Castro lo nombró jefe de la Columna No. 10, al frente de la cual combatió en la intrincada zona serrana de Santo Domingo. En julio del 58, en respuesta al recrudecimiento de los despliegues y refuerzos de la dictadura, se le dio la tarea de apoyar las filas guerrilleras del capitán Ramón Paz.
Junto a Paz participó en la victoriosa acción de La Providencia, lugar donde cayó su jefe. Entonces, la tropa que estaba al mando del caído pasó a las órdenes de Daniel y se enfrentaron a las tropas del tristemente célebre Ángel Sánchez Mosquera, cuya crueldad y defensa encarnizada a favor de la dictadura no podían subestimarse.
Pero Ramos Latour tenía un gran coraje y no se arredró ante la nueva responsabilidad ni ante la mala fama de Sánchez Mosquera. Más bien esto tensó y robusteció su temple.
Sus dotes de organizador resultaron trascendentes en los preparativos de la huelga del 9 de abril de 1958, un alzamiento general en toda Cuba dirigido a adelantar el colapso de la tiranía, pero que no llegó a buen término.
Tras el fracaso de la huelga, se recrudecieron los crímenes y la persecución de los revolucionarios clandestinos. René marcha al encuentro de los barbudos en la Sierra maestra, para ser allí un combatiente y al poco tiempo estaba al frente de una columna.
Había nacido en cuna humilde el 12 de mayo de 1932, en Antilla, poblado del norte de Oriente. Más tarde fue llevado por su familia a la ciudad de Santiago de Cuba, donde pudo cursar estudios y hacerse contable. En 1954 inició labores en la región minera de Nicaro, también en Oriente, por entonces una provincia única de la cual Santiago de Cuba era la capital.
En Nicaro era empleado de la firma estadounidense Nicaro Nickel Processing Company, que se encontraba ubicada en la región de Holguín. Allí se explotaba y producía con valor añadido níquel, y la mayoría de los obreros vivían en la localidad.
Su afán por la justicia social lo implicaron y afiliaron a las organizaciones Acción Libertadora, Acción Revolucionaria Oriental (ARO) y Acción Nacional Revolucionaria (ANR), estas dos últimas fundadas y dirigidas por Frank País. Definitoria fue la creación del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), por lo cual Ramos Latour no dudó un instante formar parte de su membresía.
Un intenso accionar combativo desplegó desde entonces en los puntos de Cueto, Antilla, Banes y Mayarí, bien conocidos por el joven y con su ir y venir conspirativo pronto mostró sus dotes de organizador. Ello posibilitó la designación como Jefe de Acción en esos territorios del norte del Oriente.
La historia consigna que a fines de 1956, junto a otros compañeros, planeó el ataque al cuartel del central Preston, fallido a causa de una traición. Vuelve entonces a la capital del Oriente, Santiago.
De inmediato se incorporó a la lucha liderada por Frank País. Con grados de teniente integró el primer refuerzo importante en hombres y armas que Frank envió al Ejército Rebelde dirigido por Fidel Castro.
Debió retornar a Santiago por orientaciones del propio Comandante en Jefe. Frank País le dio la orden de constituir un segundo frente guerrillero, con el grado de comandante, pero por causas imprevistas no pudo cumplir esa misión y entonces David lo invistió como su segundo.
A la muerte de Frank, el 30 de julio de 1957, Daniel asume en medio del dolor el cargo de jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de julio. Con su nombre de guerra, Daniel, recorrió el país y desarrolló una intensa labor conspirativa. A su regreso a los dominios santiagueros intervino en la huelga del nueve de abril de 1958 y dirigió el ataque al cuartel de Boniato.
El 30 de julio de 1958 murió en combate durante la ofensiva de verano recién iniciada por el Ejército Rebelde desde las montañas hacia los llanos, que finalizaría con la victoria cinco meses más tarde.
Cuando cayó mortalmente herido en el enclave conocido como El Jobal, Ramos Latour cumplía la encomienda del Comandante en Jefe de interceptar un contingente enemigo.
A pesar de que los compañeros más cercanos lo llevaron al pequeño caserío de El Hormiguero y se avisó a los médicos Ernesto Guevara y Sergio del Valle para prestarle auxilio, lamentablemente René había fallecido.
Fueron tantos sus aportes y tan intensos que no parecieran caber en sus cortos años de joven de su tiempo. Por ello René Ramos Latour o Daniel ha merecido seguir viviendo en la memoria y el corazón de su pueblo, por siempre.