Las Tunas cumplirá 229 años este 30 de septiembre, una ciudad fundada en los antiguos corrales de San Jerónimo, con mucho que contar por su historia y agradecerle a las manos creadoras del arte tridimensional en Cuba, en los últimos 50 años.
Toda esa revolución escultórica comenzó en 1977 con la inauguración de La Fuente de Las Antillas, de Rita Longa, una obra que simboliza la cultura en el oriental territorio y describe la leyenda del cacique Jaías, contada por Pedro Mártir de Anglería, cronista de Cristóbal Colón.
A partir de esa fecha artistas de la plástica de Cuba se comprometieron a donar una pieza al Balcón de Oriente, para convertirlo en la Capital de la Escultura Cubana, gesto cumplido y convertido ya en epíteto de la ciudad.
Las entregas consistieron en piezas de pequeño formato, más de 200, la mayor colección del país, exhibidas en el taller que lleva el nombre de su creadora, Rita Longa, y unas 150 monumentales a escala urbanística.
Trovador Campesino fue la primera obra donada por el guantanamero Ángel Íñigo, la cual es un símbolo en El Cornito, lugar emblemático por su belleza natural y por cobijar, en un “rústico hogar” a Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé).
A ese propio escenario, José Fuentes aportó la gigantesca escultura Cabezas Contrapuestas, inspirada en la contradicción entre los caciques Jibacoa, de Holguín, y Maniabo, de Las Tunas. Muchos jóvenes llegan hasta allí para dejar constancia mediante instantáneas con sus parejas o amistades.
Nuestros muertos alzando los brazos, del matancero Juan Esnard, se alza en el patio del Memorial Mártires de Barbados, mientras en el hospital provincial Ernesto Guevara el santiaguero Alberto Lescay está presente con un monumento al Guerrillero Heroico a tamaño natural.
Caballito de metal, de Sergio Martínez, da la bienvenida a los viajeros que llegan al parque 26 de Julio (conocido como la feria de Las Tunas), una obra muy apreciada por los tuneros y visitantes, al igual que Lucha Armada, de Manuel Chiong, frente a la sede de la Central de Trabajadores de la provincia.
En esos gestos de amor por estos dominios no podían faltar Rafael Ferreo y Armando Echeverría, ya desaparecidos, quienes fueron los primeros artistas locales en unirse a la iniciativa encaminada a enriquecer el arte tridimensional y que contribuyeron a dar un impulso definitivo al movimiento escultórico de la localidad.
Durante los últimos años la nueva hornada de artistas de la plástica dio respuesta para mantener con vida el arte, como Nober Olano con el mural emplazado frente al mercado El Mambí o el Toro Cornito, a la vera de la Carretera Central, antes de llegar a la ciudad, de Manuel Montero, y la figura del emblemático personaje conocido como El Comandante, de Angel Luis Velázquez, entre otros.
Sin embargo, el movimiento escultórico de Las Tunas tiene deudas, sobre todo con El Cucalambé, el poeta popular más importante de Cuba en el siglo XIX, aún sin una obra monumental, así como con el Tricampeón Olímpico y Mundial Teófilo Stevenson, una ecuestre del patriota insigne de la provincia, el Mayor General Vicente García, y una versión de la leyenda del Caballo Blanco.
Sólo falta voluntad e inspiración de los creadores y el financiamiento para que las esculturas continúen siendo el espejo de la cultura en esta oriental ciudad.