Un tango nacido del amor entre un padre y su hija encontró voz en Cuba a través de la clarinetista Isabel Rodríguez Tamayo, quien estrenó la obra Spectrum of Passions, del compositor puertorriqueño Daniel Mattos, durante el III Festival de Clarinete Ciudad de los Puentes.
Cuando recibió la partitura, Isabel supo que no era una obra cualquiera, pues fue compuesta por Mattos para Ana Victoria, también clarinetista, y ese vínculo afectivo le otorgaba una carga emocional que debía respetar.
La estudiante de la Escuela Profesional de Arte de Matanzas confesó que al principio sintió el peso de la responsabilidad, pero pronto comprendió que el mensaje era universal y que podía interpretarlo desde su propia vivencia, por lo que decidió asumir la obra no solo como reto técnico, sino también como expresión vital.
“Ya no la considero solo una responsabilidad, sino también un regalo”, dijo la entrevistada a la Agencia Cubana de Noticias: “porque a través de ella puedo decir lo que me hubiera sido imposible expresar de otra manera sobre mi relación con mi progenitor y lo que siento por él".
Mattos contó que su hija le pidió un tango para su recital de graduación y, aunque no suele componer por encargo, aceptó porque el pedido venía de alguien muy especial: quería una pieza rápida y expresiva, con fuego, ternura, picardía y sentimiento profundo.
La conexión con Isabel surgió por redes sociales, donde el autor la vio interpretar una pieza y quedó cautivado por su sonido, técnica y pasión; tras ese momento, compartió la partitura por correo electrónico.
Isabel trabajó la obra junto a su profesora, Yoleidys Valderrama, a quien agradece por acompañarla con rigor y entusiasmo durante el proceso de montaje; ambas profundizaron en los matices expresivos del tango y en la energía emocional que exige la interpretación.
“Es una propuesta que requiere una mezcla precisa de fuerza y ternura”, explicó la estudiante, quien valoró, además, la oportunidad de presentarla en el III Festival de Clarinete, el pasado 9 de julio, como forma de compartir con el público un mensaje de amor sincero y universal.
Para el también pianista, el estreno en el territorio matancero tiene un significado especial, en tanto que recuerda con cariño a su maestro cubano, Víctor Hugo Álvarez, y siente que con esta interpretación se completa un ciclo emocional y artístico vinculado a sus raíces formativas.
Una creación que nació en el ámbito familiar, cruzó fronteras y encontró en Isabel Rodríguez Tamayo una nueva voz, otro latido; el compositor Daniel Mattos reconoció en ella el talento que renueva el arte, y valoró esta experiencia como un puente entre generaciones, islas e historias que se tocan hacia futuros posibles.