Ana Margarita González | Fotos: Cortesía del entrevistado
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16 Mayo 2023

 

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La noticia me sorprendió: “Les cuento que este compañero, técnico de la conservación, acaba de cumplir 30 años trabajando en Flora y Fauna Sancti Spíritus”. Y es que, Oliver Valle Hernández aparenta mucho menos edad de la que tiene, aunque su obra lo respalde.

Este guajiro, trepador de montañas, marcador de plantas y reproductor de semillas, nació y creció en la paradisiaca Reserva Ecológica Lomas de Banao, perteneciente a la Empresa Flora y Fauna de la provincia, que coincidentemente ostenta la condición de Vanguardia Nacional durante tres decenios consecutivos.

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Alturas de Banao, en el macizo Guamuhaya, en el centro sur de Cuba, es su cuna. Sus pies descalzos y su mirada inteligente se adaptaron a un entorno de flores, aves y cascadas. Salió por corto tiempo a cumplir el Servicio Militar y a los ocho días del retorno, se estrenó como obrero de la conservación en la reserva ecológica.

En la finca El Naranjal, propiedad de su abuelo en el mismo corazón del lomerío, echó raíces. La facultad obrera y la universidad pasarían por su primera adultez para graduarse como Licenciado en Estudios Socioculturales.

A pesar de ese título que le vale para el trabajo de educación ambiental, especialmente con las nuevas generaciones, nunca ha abandonado lo que más le gusta: la botánica, ciencia que lo condujo a su mayor éxito, la conservación y reproducción de especies endémicas, amenazadas o en peligro de extinción en el área de la reserva cuyo patrimonio atesora Cuba.

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Ahora reside en la comunidad El Pinto, famosa por su restaurante y el cerdo asado (a los pies del lomerío), pero a las seis y media de la mañana ya está en Banao (por su cuenta) abordando el transporte que lo sube hasta las nubes, donde a veces pareciera que basta levantar la mano para tocar el cielo.

Entre lomas, valles y bosque siempre verdes, el olor de las flores, el trinar de las aves y la nubosidad se crea un efecto mágico, de éxtasis. En su interior, Oliver soborna y hace trampas a la Naturaleza. Semillas que no presentan regeneración natural, las redime en agua hirviendo para que bien cuidadas broten y se conviertan en árboles.

Sus observaciones y estudios empíricos lo llevaron al descubrimiento de que esa semilla anaranjada, gelatinosa y amarga de la Magnolia Cubensis, la que no comen los pájaros y persevera en el suelo, se somete al hombre cuando se sumerge en agua hirviendo.

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Esta constituye la obra cumbre de Oliver Valle, el conservador de especies en las Lomas de Banao, quien desde 1997 se dedicó a la Magnolia Cubensis, endémica del macizo de Guamuhaya y la salvó de la extinción con el aumento de su población, aunque la especie sigue listada en peligro crítico, pues ha sido muy afectada por la tala y la fragmentación de su hábitat.

A Oliver lo encontré en el llano; en la finca de flores de su empresa, en trajines que no combinan con su especialidad, y que emprende por la vocación eterna del obrero y el investigador: “Estoy fajao con el ají picante (Chile Habanero), preparando la primera exportación del producto que hará nuestra empresa”.

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