Guantánamo, 11 may (ACN) En las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en Guantánamo existe un ejército de mujeres que llevan sobre sus hombros una doble carga: la crianza de sus hijos y la defensa de la patria, madres que, entre guardias, prácticas de combate, demuestran que el amor por Cuba y sus familias puede conjugarse con entrega y orgullo.
Un recorrido por instituciones militares permitió conocer sus historias, tan diversas como inspiradoras.
En el noreste de la ciudad capital,en el Puesto Médico de Salud Territorial de la Región Militar Guantánamo —único de su tipo en la provincia—el cual atiende a varias unidades, se encuentra la licenciada Marieli Blanco Gómez, jefa de enfermería, la cual resume su vida en una palabra: sacrificio.
"Como madre, enfermera y militar, trato de que nada falle: atender a pacientes, organizar la reserva de tiempo de guerra, del batallón de aseguramiento médico en tiempo de guerra y llegar a casa con energía para mis hijos", confiesa Marieli, la cual recibió también reconocimientos por su aporte en la pandemia de la Covid 19 y el sello Jóvenes por la Vida, el año pasado.
Junto a ella, Damayanti Tamayo Rodríguez, jefa de Estomatología, y madre de dos pequeños añade: "es difícil, pero cuando se hace con amor, los resultados llegan", mientras ambas destacan el apoyo de un colectivo donde las 25 mujeres son madres que se turnan para cubrir guardias y atender a sus familias.
De ese tipo es Dayamari Marín Ruiz, enfermera del mismo centro, que aunque no tiene hijos pequeños, sino uno adulto, oficial de las FAR, tiene a su cargo el cuidado de su padre, dependiente por su salud.
"Organizarse es la clave —explica— ama de casa, madre, hija, esposa, todo va de la mano, lo cual lo vuelve complejo, pero mis compañeras son mi familia aquí; si una necesita visitar a su hijo en el hospital, las demás cubrimos su turno", después vuelve a escribir en sus papeles porque el trabajo médico no se detiene.
A 19 kilómetros de distancia, el sol abrasador del campo de tiro no detiene a la mayor Aliuska Borrero Carralero, que con el sudor que genera la práctica en el terreno, también se une a los testimonios de guerreras.
Aliuska, primer oficial de trabajo político ideológico que atiende la esfera del Partido Comunista de Cuba en la Región Militar, lleva 15 años en Guantánamo, es oriunda de Las Tunas, con dos niños pequeños y un cargo exigente, cuenta con tranquilidad que tiene el apoyo de la familia y sus compañeros.
"Ellos junto a los jefes de las FAR se preocupan porque nosotras, mujeres y madre, nos superemos y escalemos en cargos, además, mi abuela, fue quien me inspiró y me apoyó cuando decidí ser militar y la familia está orgullosa
Los niños de las combatientes también son atendidos por otras madres en la Casita Infantil Retoños de Verde Olivo, que atiende el organismo, y una de ellas es Justina Bastardo Díaz, educadora coordinadora con 40 años de experiencia, que trabaja junto a un equipo de nueve mujeres para la atención de 50 pequeños de 47 madres militares, tres de ellas con dos hijos.
"Aquí somos madres dos veces: de nuestros hijos y de los que nos confían esas mujeres tan importantes en el país —dice— ver a una madre que se incorpora a las FAR porque le cuidamos a sus niños, eso no tiene precio".
Mientras habla, los pequeños de uno de los dos salones de la institución, que pueden llegar a continuar el legado de verde olivo de sus padres u otros sectores, moldean flores de plastilina para regalar el Día de las Madres, y una maestra graba el ensayo de el coro "Felicidades mamá", mientras dice: "enviaré al grupo de padres el futuro que protegemos".
Las combatientes coinciden en que el éxito radica en el amor a su vocación y en el apoyo de su entorno, cada una tiene su historia, esa que destaca que en Guantánamo las madres de las FAR no solo defienden la patria; también tejen, con sudor, esfuerzo y sonrisas, el futuro de Cuba, y este Día de las Madres, su ejemplo es el mejor homenaje.