El 3 de octubre de 1965 sucesos transcendentales marcarían la historia de Cuba: se da a conocer el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba; se anuncia la creación del periódico Granma, y Fidel da lectura a la carta de despedida del Comandante Ernesto Che Guevara.
Ese día, en importante reunión de militantes y dirigentes políticos y partidistas, efectuada en el teatro Chaplin (actual Karl Marx), el Comandante en Jefe Fidel Castro informó importantes acuerdos: acoger el nombre de Partido Comunista de Cuba.
“Ese es el nombre que, interpretando el desarrollo de nuestro Partido, de la conciencia revolucionaria de sus miembros y de los objetivos de nuestra Revolución, adoptó en el día de ayer nuestro primer Comité Central”, afirmó.
Concluía así el proceso iniciado en 1961, cuando se fusionaron el Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular, para constituir las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), bajo la dirección de Fidel.
Otro de los acuerdos adoptados por el Comité Central fue la fusión de los periódicos Revolución y Hoy, para crear uno nuevo que llevaría el nombre de Granma, “símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”.
La unidad quedaba refrendada como uno de los principios que defenderían los cubanos hasta las últimas consecuencias: “Defenderemos, como hemos defendido hasta hoy, nuestros puntos de vista y nuestras posiciones y nuestra línea, de manera consecuente con nuestros actos y con nuestros hechos. Y nada nos podrá apartar de este camino”.
Momento particular fue cuando el Comandante en Jefe expresó: “Hay una ausencia en nuestro Comité Central de quien posee todos los méritos y todas las virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer a él y que, sin embargo, no figura entre los miembros de nuestro Comité Central”, aseveró.
No hizo falta mencionar el nombre. Todos sabían de quién se trataba. Acto seguido dio lectura a la carta de despedida del Che Guevara. Los pasajes fueron intensos: “Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”, escribió el Che.
En otro momento, diría: "Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti...”.
Una nueva época surgía para la historia cubana: “… una forma distinta de sociedad, un sistema distinto de gobierno; el gobierno de un partido, del partido de los trabajadores, integrado por los mejores trabajadores, formado con la participación plena de las masas, para poder decir con toda justificación y con toda razón que es la vanguardia de los trabajadores y que es la representación de los trabajadores en nuestra democracia obrera y revolucionaria”, afirmaría el líder cubano en sus palabras.
En esa jornada, con su visión de futuro, el líder dejaba un mensaje que todavía mantiene su actualidad: “Vivimos en un mundo complejo y un mundo peligroso. Los riesgos de ese mundo los correremos dignamente y serenamente. ¡Nuestra suerte será la suerte de los demás pueblos, y nuestra suerte será la suerte del mundo!”.