Si el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, fundado en España en 1563, es considerado por algunos la VIII Maravilla del Mundo por su riqueza monumental y colecciones, tal vez lo deba también, en cierta medida, al esplendor dado al inmueble por las maderas preciosas cubanas usadas en su dotación.
Incluso en 1984 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad a esta llamativa obra del arquitecto principal Juan de Herrera, en su momento monasterio, basílica, palacio y tumba de reyes, construida con arquitectura de estilo sobrio y elegante, el cual se reflejó asimismo en la ebanistería.
El Rey Felipe II ordenó su edificación con motivo de la victoria de la Batalla de San Quintín el 10 de agosto de 1557 sobre las tropas de Enrique II, Rey de Francia, e igualmente dispuso un año después que las maderas debían ser incorruptibles y provenientes del llamado Nuevo Mundo.
Existen evidencias de que el ébano lo extrajeron de Baracoa y los árboles de cedro y caoba de La Habana. Se estima el inicio de los envíos en el verano de 1579, pero el traslado de las maderas preciosas cubanas duró no menos de 10 años, aunque no todo lo que salió de la Isla llegó a destino.
Ello marcó el derrotero de la deforestación paulatina de la “montuosa isla”, una calificación dada por el legendario padre Bartolomé de Las Casas a comienzos de la colonización.
Varias cargas de esa riqueza forestal encontraron su final en los fondos de los mares, debido a naufragios, y otras fueron desviadas de su objetivo al arribar al Puerto de Sevilla.
Muchas han sido las versiones de escritores, especialistas y comentaristas acerca de las maderas utilizadas en la construcción y amueblamiento del Monasterio de El Escorial, donde se ha hecho énfasis en el uso de las maderas de Las Indias, incorruptibles, la mayoría procedentes de Cuba.
Sin embargo, no había trabajo científico que lo avalara y en algunos textos se comenta incluso que todas las maderas usadas provenían de la mayor de las Antillas.
Una contribución decisiva en su esclarecimiento constituyó el proyecto del Plan Nacional Español La ebanistería en el Monasterio del Escorial siglos XVI-XVII , dirigido por Luis Rodríguez Laca de Luarca, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares.
En las investigaciones en equipo participó la doctora Raquel Carreras Rivery, una cubana experta internacional en maderas, y se emplearon modernos métodos in situ.
Tras la realización de sus indagaciones, los especialistas concluyeron que el nogal español se aprecia en todas sus formas, vetas y cortes dentro del mobiliario, además de un tipo de pino.
Este último, debido a su pronto deterioro, lo sustituyeron en la confección de los cajones o gavetas de sacristía por el cedro de Cuba, y también aparecieron otras maderas originarias de la península.
Las maderas cubanas, como el cedro figuran en cuarterones, en tablas y hasta en estructuras, y la caoba, que posee una intensa coloración rojiza, en casi todo el complejo mobiliario, tanto como elemento estructural como ornamental.
Otro tanto ocurre con el ácana, sobre todo en columnas del resto del complejo mobiliario, donde domina su color rojo oscuro, textura untuosa al tacto y de aspecto ceroso, fina y muy dura, de grano recto y que admite pulimento, lo cual se corresponde en gran parte con lo observado.
A su vez, el ébano y el granadillo forman elementos decorativos en todo el conjunto, entremezclados en varios sitios.
Decididamente, las maderas cubanas e ibéricas fueron usadas con armonía, estilo y concepto de permanencia, sus bondades se aprecian en originales diseños arquitectónicos y han legado a la historia del mueble hispano un fabuloso conjunto de ebanistería, único en España.
Lino Luben
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16 Mayo 2014
16 Mayo 2014
hace 10 años