Las huellas del Faro de Cabo Cruz

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ACN - Cuba
María de las Nieves Galá | Fotos: Rolando Pujol
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01 Octubre 2025

Han pasado años desde que subí los escalones del Faro de Cabo Cruz y aún siento la fascinación que me provocó el encuentro con ese pedazo de historia de la provincia Granma.

   Retando al tiempo, al salitre y a la ferocidad que muchas veces puede adquirir el mar, ese vigía permanece imperturbable, como si los días no se deshojaran del almanaque.

   Hasta ahí llegamos con la voracidad del visitante que quiere descubrirlo todo, leer el pasado escrito entre las viejas piedras de unos 500 kilos de peso.

   Hubo que desandar mucho camino para arribar hasta aquel recodo de la geografía cubana, que besa al mar Caribe. Pero valió la pena descubrir el faro y también la hermosa comunidad que se levanta en esos parajes.

   Era este un lugar peligroso para la navegación, motivo por el cual, en 1859, el gobierno colonial comenzó su construcción.

   Con posterioridad, levantarían la Casa del Farero, y de esta forma, en 1871, se concluyó el complejo arquitectónico, eternizado con los años.

   En sus inicios, sería conocido como Cabo Vargas, en honor al “Señor Comandante General Brigadier Carlos de Vargas Machuca y Cervato, entonces gobernador del Departamento Oriental de la isla”.

   Ubicado a 158 kilómetros al norte de Bayamo, todavía se mantiene trabajando y conserva sus elementos originales.

   Subirlo no fue fácil, la escalera de caracol, con sus 155 escalones, se volvió un reto, pero la cúpula era la meta, y hasta ahí llegamos, para divisar la hermosura del paisaje; el mar Caribe con su esplendor y el tentador parque nacional Desembarco del Granma, que constituyen una magnífica fotografía.

   Muchas fueron las manos que intervinieron en la terminación de la obra. Nombres muy relevantes de la historia nacional aparecen registrados en los archivos de su edificación. Ese es el caso del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, así como el poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, este último, ocupó el cargo de pagador de obras públicas de Santiago de Cuba y guarda almacén.

   En sus inicios, el mecanismo para dar luz estaba formado por lámparas de aceite de oliva y ahora, en la actualidad, la cúpula del faro está construida de acero níquel con una óptica francesa que trabaja con un sistema de cuerda, y un bombillo con alcance lumínico de 36 millas náuticas y uno de alcance geográfico de 17 millas.

   Patrimonio cultural de la nación desde diciembre de 1991, tanto el faro de Cabo Cruz como la Casa del Farero, son orgullo de los granmenses, en especial sus pobladores que, de hecho, son los guardianes de su riqueza patrimonial y la cuidan como la niña de sus ojos.

   Pasear por ese lejano paraje de Cuba, puede dar la sensación de estar en la máquina del tiempo y vivir una época lejana.

   Aunque la risa de los niños, vestidos de pioneros o los rostros curtidos de los pescadores, te devuelven a este siglo que se permite convivir con recuerdos de antaño.