Cuba: encantos y amenazas de sus fondos sumergidos

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Omelio Borroto (*)
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14 Diciembre 2015

El mar ha sido siempre el puente de unión de Cuba con el resto del mundo, por lo que es parte de la cotidianidad de sus habitantes, aunque también fuente de vida y subsistencia para muchas de sus comunidades costeras.

Por esas razones, es vital para el país generar una cultura que evite que muchos de sus ciudadanos vivan de espaldas a él, sin conocer las bellezas escondidas bajo sus olas y –menos- los productos y servicios ecológicos que los ecosistemas marinos les aportan.

Una amplia plataforma de aguas marinas se rodea de grandes profundidades que, en cierta medida, actúan como barreras ecológicas para el movimiento de especies, sin impedir impresionantes migraciones como las de las tortugas marinas o los tiburones.

Uno de sus distintivos de otras de la región caribeña resulta su notable extensión, poco calado y la presencia de notables bajíos, islas, rompientes de arrecifes, cayos y cayuelos, que determinan una mayor complejidad, diversidad de biotopos y variaciones significativas entre algunas de sus áreas.

La amplia conectividad física y biológica de los ecosistemas marinos, a diferencia de lo que ocurre con los terrestres, hace menos probable la extinción de especies.

Sin embargo, las poblaciones de muchos recursos de los océanos han disminuido de manera alarmante y proliferan  la pesca excesiva y con métodos agresivos para la conservación de los fondos marinos, la introducción y expansión de especies exóticas invasoras y el cambio climático extremo.

Casi todos los recursos pesqueros en el archipiélago cubano han experimentado crecimiento de sus capturas en las últimas décadas y sus implicaciones  para muchas comunidades costeras.

Las transparentes y cálidas aguas de la Isla son ideales para la realización de inmersiones durante todo el año, pero las transformaciones internas han dañado su fauna y fondos.

En consecuencia, el manejo sostenible de sus riquezas acuáticas constituye  vital obligación para las autoridades pesqueras y ambientales de nuestra nación, donde se trabaja por armonizar el desarrollo humano con el económico.

Una evidencia ante la responsabilidad de conservar nuestros mares es su sistema nacional de áreas marinas protegidas y el establecimiento de zonas bajo régimen especial de uso y protección.

Ese es el resultado de una política coherente de conservación y uso sostenible en los islotes de  Jardines del Rey- la parte oriental del archipiélago Sabana-Camagüey-,  que permitió la recuperación en menos de 20 años de las poblaciones de dicersas especies.

Desde luego, todo partió de la promoción del buceo contemplativo responsable y la pesca de captura y liberación, sin instalaciones turísticas en ninguno de sus más de 600 frágiles cayuelos, limitación considerable de la captura comercial y otras medidas.

Así, Cuba comparte la responsabilidad regional de preservar las maravillas naturales existentes bajo las aguas, consideradas la última frontera para la conservación de la naturaleza del planeta, muy degradada ya en los ámbitos terrestres.

(*)  Director de la serie documental Naturaleza Secreta, de los Estudios de Televisión Mundo Latino