Desde que en 1987 Cuba firmó el Protocolo de Montreal sobre la eliminación de la sustancias agotadoras del ozono, sobresale por su apego a los compromisos del tratado, ratificado por todos los países miembros de la ONU so pena de que esa capa pierda su razón de ser: protegernos de las radiaciones nocivas del Sol.
En un inició, la Oficina Técnica del Ozono (OTOZ) sentó las bases para la creación y perfeccionamiento de la legislación encaminada a la preservación de la salvadora sombrilla, y estableció cuotas, licencias y permisos de importación-exportación de las sustancias agotadoras, conocidas por las siglas SAO.
Incluso, reguló la compra venta en el exterior de productos, equipos y tecnologías, promovió un sistema de estimulación a las entidades que las eliminan y hasta un sistema de educación y divulgación.
Esto último, sin embargo, debería tener mayor periodicidad y no solo reducir la difusión de sus resultados a los actos nacionales por el Día Mundial para la Protección de la Capa de Ozono cada 16 de septiembre que, por lo general, son en La Habana, quizás por tener el privilegio de ser el centro industrial del país.
Siempre de la mano de proyectos de colaboración de organismos de ONU, en particular del Fondo Multilateral para la Implementación del Protocolo de Montreal, una de las ciudades canadienses más pobladas, que no su capital Ottawa, nacionalmente comenzaron a experimentarse avances.
Uno de ellos consistió en la eliminación del Bromulo de Metilo, en particular en cultivos protegidos, entre ellos el tabaco; la supresión de los clorofluorocarbonos (CFC) en la refrigeración doméstica, algo no alcanzado con tanta masividad por ninguna otra nación, según expertos de la OTOZ.
La Revolución Energética Cubana, diseñada en 2005 para contrarrestar los efectos del bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU., posibilitó la aplicación de un esquema de generación eléctrica distribuida, con la instalación de grupos electrógenos diesel de alta calidad y eficiencia.
La iniciativa condujo a la reducción de las pérdidas de transmisión de electricidad, al generarse cercano a los consumidores del país, acostumbrados a la distribución de grandes plantas termoeléctricas de elevados índices de consumo de combustibles e insumos.
En la práctica, implicó la sustitución de los equipos que empleaban los CFC, lo cual propició, además, un notable ahorro de combustible por el menor gasto de electricidad de los refrigeradores distribuidos a la población.
La OTOZ continúa la capacitación sobre buenas prácticas de más de seis mil técnicos y mecánicos en refrigeración en cursos en institutos y universidades de la nación, donde es decisiva su preparación en mantenimiento y reparación de equipos de refrigeración y climatización para reducir las emisiones y el consumo de los gases HCFC.
No obstante, llama la atención que desde la suscripción del Protocolo de Montreal, solo el Hotel Cubanacán América, en la central provincia de Villa Clara, sea la primera entidad del país que eliminó en sus servicios la utilización de las sustancias agotadoras del ozono, por lo que recibirá – este 16 de septiembre- el primer reconocimiento oficial por los resultados de su gestión.