Un suceso transcendental tiene lugar en La Habana el 16 de agosto de 1925: se constituye el primer Partido Comunista de Cuba. Dos figuras relevantes de la historia cubana estarían unidas en ese acontecimiento.
El primero, Carlos Baliño López, ya peinaba canas, y tenía entre sus méritos haber acompañado a José Martí en la constitución del Partido Revolucionario Cubano; el segundo, Julio Antonio Mella, era, pese a su juventud, un consagrado líder estudiantil, cuyo prestigio también irradiaba al movimiento obrero.
Según recoge la historia, el hecho ocurrió en una casona ubicada en la calle Calzada, del Vedado, lugar donde hoy se encuentra la sala teatro Hubert de Blanck. Entre los representantes estaban el canario José Miguel Pérez, el dirigente sindical cigarrero Alejandro Barreiro, Venancio Rodríguez, delegado de la agrupación de Guanabacoa; y Emilio Rodríguez, de San Antonio de los Baños.
Varios fueron los acuerdos de aquella reunión constitutiva. Caben mencionar la afiliación de la organización a la Tercera Internacional, fundada en 1919 por Vladimir I. Lenin; así como hacer un programa de lucha que incluyera las reivindicaciones obreras y campesinas, y por los derechos de la mujer y la juventud.
También se proyectó por fortalecer el trabajo con los sindicatos y organizaciones estudiantiles. Además, propusieron la elaboración de un programa para el estudio y divulgación del marxismo-leninismo y el empleo de la prensa obrera.
El camino no sería fácil. Desde un inicio, sus miembros fueron perseguidos. A los 15 días tuvieron que pasar a la clandestinidad. El secretario general de la organización, José Miguel Pérez, sería detenido el 31 de agosto de 1925 y expulsado del país, bajo el cargo de “extranjero indeseable”.
Pocos años después, el líder estudiantil, Julio Antonio Mella, sería asesinado, por orden de Machado, en México, el 10 de enero de 1929.
Luego de 1927, el revolucionario Rubén Martínez Villena se convirtió en líder natural de los comunistas cubanos, sin ocupar el cargo de secretario general; solo formó parte del Comité Central del Partido y fue asesor de la Confederación Nacional Obrera de Cuba.
El destacado intelectual tuvo la responsabilidad de organizar la huelga que se llevó a cabo por el movimiento obrero contra el régimen de Gerardo Machado el 20 de marzo de 1930. Posteriormente, muy enfermo, dirigió la huelga nacional revolucionaria que condujo al derrocamiento de la tiranía, el 12 de agosto de 1933.
En 1938 se logró legalizar la organización que adoptó el nombre de Unión Revolucionaria Comunista y, en 1944, pasó a llamarse Partido Socialista Popular, el cual estaría dirigido por Blas Roca Calderío, Carlos Rafael Rodríguez y Lázaro Peña.
Durante la dictadura de Fulgencio Batista, el Partido retornó a la clandestinidad. Valiosos militantes perdieron la vida en la lucha revolucionaria.
Luego del triunfo de la Revolución cubana, lidereado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en 1961, se inició un proceso de unificación que culminó con la constitución de las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas), formadas por el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Fue este el antecedente para crear el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), que en 1965 se convertiría en el Partido Comunista de Cuba.
Precisamente, el 3 de octubre de 1965, en el acto de presentación del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz destaca que se han escogido a quienes representan, de la manera más cabal, la historia de nuestra Revolución.
Y añade: “No hay episodio heroico en la historia de nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil— heroica o creadora que no esté representada; no hay sector revolucionario, social, que no esté representado. No hablo de organizaciones. Cuando hablo de sector hablo de obreros, hablo de jóvenes, hablo de campesinos, hablo de nuestras organizaciones de masa”.