Guantánamo, 18 may (ACN) Mientras se desarrolla el décimo Encuentro de Jóvenes Coreógrafos, único en su tipo en el país y que termina hoy en esta ciudad, Marveyis Martínez, profesora de la Escuela Profesional de Danza y directora de la compañía Danza Libre, reflexiona sobre la importancia de ese evento.
Con una sonrisa cálida y mirada entusiasta subraya que los jóvenes deben valorar más los elementos complementarios que acompañan una obra coreográfica, "no se trata solo del cuerpo del bailarín -explica- sino de cómo la iluminación, el vestuario y la escenografía pueden potenciar o debilitar su propuesta artística".
Marveyis considera que algunos jóvenes coreógrafos, que por entusiasmo asumen otros roles, desde diseñar luces hasta vestuario, con buenas intenciones, deberían consultar a especialistas que pueden orientarlos a partir de sus propuestas.
Los expertos estudiaron para eso, apoyarán las ideas de los jóvenes y los aconsejarán acerca de variados aspectos como el uso de la luz ambiente ideal, el color frío, el vestuario o la funcionalidad de la coreografía, , añade.
Advierte que una obra de danza no existe aislada, en ella son importantes tramoyistas, jefes de escena, técnicos, todo ese equipo de realización, dramaturgos, sonidistas, luminotécnicos y otras especialidades son igual de significativas que los bailarines.
Cuando todas las disciplinas convergen, el resultado es brillante, y el evento podría incluir a estos profesionales, podría enriquecerse con su participación, sugiere, puesto que la danza tiene una naturaleza colaborativa.
Destacó también que al menos un taller debería ser dedicado a abordar y concientizar sobre una gran problemática, la escasez del género masculino, en muchos partes del mundo la danza aún es vista como un espacio predominantemente femenino, un estereotipo tan arraigado que disuade a los hombres de explorar esa arte.
Existen padres que se resisten a que sus hijos varones bailen, por qué negarle a un niño el derecho a soñar con el escenario, la danza no tiene género, es pasión, disciplina y belleza, subraya.
Ella recuerda su experiencia en Venezuela (2008-2010) con la misión Cultura Corazón Adentro, donde trabajó con niños en zonas vulnerables, y existía el mismo esquema, mientras cuenta con orgullo que para romper esa traba enamoró a esos 13 infantes con materiales audiovisuales de compañías cubanas en las cuales los hombres eran protagonistas, eso no los hacía menos masculinos, al contrario, les daba fuerza, expresión y libertad.
Pero el desafío persiste, en este reciente pase de nivel en la Escuela de Danza, solo había tres varones, ¿qué pasará mañana con las compañías? el hombre no solo carga a su pareja, la inspira, la complementa y viceversa y su voz insiste en que eventos y talleres deben abordar esta situación, “hay que seducirlos, mostrarles que la danza también es suya”.
Expone nuevas visiones para el evento de jóvenes coreógrafos y propone incluir videodanza, fotografía, música, Artes Plásticas.
Sugiere invitar a quienes se dedican a ello y crear de forma paralela que puedan exhibir su talento relacionado con la danza, con todo un discurso detrás, que la pintura dialogue con el movimiento, la fotos y vídeos también; sobre todo no duda en que el evento debe traspasar fronteras.
Es necesidad, -dice-, los jóvenes requieren espacios así, con más teoría y herramientas para cumplir sus sueños, y hay coreógrafos en el mundo con inquietudes similares ¿por qué no unirlos? sería fascinante ver cómo crea un chileno, un matancero o un africano, reflexiona y destaca el valor del intercambio cultural.
Que Cuba sea la sede sería un orgullo, pero también un reto, por tanto es clave que el evento perdure, no puede ser algo pasajero, debe crecer, inspirar, convertirse en referencia, si se abre al mundo, no solo enriquecerá a los jóvenes, sino que dejará un legado porque el arte no tiene fronteras, y este proyecto tampoco, refuerza.
Se despide para seguir el ensayo con sus "muchachos", su última sonrisa parece decir que estas ideas son solo el primer paso de un intercambio que sueña en grande, uno que requiere más protagonistas en su ejecución plena, para contar con una danza más integradora.