Diego Bosch: servir a la patria desde la cultura es un honor

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ACN - Cuba
Dianelis Díaz Bueno I Foto: Lorenzo Crespo Silveira
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14 Diciembre 2025

Guantánamo, 14 dic (ACN) La celebración del Día del Trabajador de la Cultura este 14 de diciembre honra no solo a quienes la interpretan en un escenario, sino también a los que aseguran que no mueran sus raíces y ahí está  Diego Bosch Ferrer, subdirector provincial del sector, que defiende a capa y espada la memoria que da sentido al arte, y en tiempos de colonización cultural, esa puede ser la tarea más urgente de todas.

   Su formación comenzó en 1983, cuando era un joven profesor de Historia, y aprendió que la primera trinchera es el aula; luego dio varios giros y fue instructor político por dos años en las Fuerzas Armadas Revolucionarias donde se le confirió la medalla Servicio Distinguido.
    En el sector se inició en 1995, con la dirección del Archivo Provincial, cuando ya pertenecía a Cultura, y al mismo tiempo, era presidente de la Unión de Historiadores en la provincia, y años después también transitó por el Centro de Superación para la Cultura.

   Siempre pensé mantenerme como profesor, pero me lo pidieron y pensé que se debe servir al país donde se nace, con toda la dimensión de la fuerza, con amor y eso me llevó a pasar por esas tareas, comentó, pero la enseñanza mayor fue una entrega total de 22 años en la dirección del Centro Provincial de Patrimonio Cultural.

   Fui director, pero siempre traté de estar muy a la par con el resto de los especialistas, refiere.
   De ese trabajo hombro a hombro nació su obra más querida y persistente: la Guía Patrimonial de la provincia de Guantánamo, una propuesta que aún espera por su aprobación para convertirla en libro, es una investigación iniciada en 2003 que tiene 183 referencias, desde los 27 monumentos nacionales a los 25 locales.

   Aunque también incluye patrimonios de la música, las artes escénicas, el culinario, el arquitectónico, el histórico, entre otros, que espera sea muy útil para muchos, es, en esencia, un antídoto contra el olvido.
   La he presentado en congresos de historiadores, en foros iberoamericanos de La Habana, e incluso en un evento internacional del Instituto Juan Marinello dirigido, vía tecnología, a niños y adolescentes con el objetivo de buscar aquellas cosas que creen emociones en nuestros jóvenes, que conozcan sus raíces, un pueblo que no conoce su identidad tiende a desaparecer.

   Porque para Diego Bosch, la cultura es el escudo y la espada de la nación, una convicción forjada no solo en archivos, sino en misiones internacionalistas que marcaron su carácter, con  apenas 22 años, vivió la crudeza y la solidaridad en la Angola en guerra (1982), como parte del destacamento pedagógico “Ernesto Che Guevara”, y en 2015 en Venezuela con el proyecto Cultura Corazón Adentro.
   Fue allá donde admiró la pasión de jóvenes instructores de arte, esas experiencias le enseñaron que la trinchera cultural es tan vital como cualquier otra, y que el internacionalismo - medalla recientemente obtenida-  es la práctica más pura del “Patria es Humanidad” martiano.
  Diego tiene experiencia en la defensa y promoción cultural, representó a Cuba ante la UNESCO para defender las ruinas de los Cafetales Franceses —Patrimonio de la Humanidad—, y presentó estudios sobre el patrimonio caribeño en República Dominicana, Barbados y Haití, participó en eventos científicos y culturales e impartió conferencias en museos y universidades.

   De regreso a Guantánamo, su labor se volcó en la trinchera de la formación, desde 2019, dirige la enseñanza artística provincial, la misma que el año anterior estuvo entre las tres destacadas del país, y que para él se debe no a una dirección sino al claustro, a los niños que estudian con pasión en las 17 especialidades de la Escuela de Música y la danza, en la que hoy es un centro metodológico hasta Ciego de Ávila, responsabilidad inesperada y que busca perfeccionar.

   También está la formación de instructores de arte- señala- donde están jóvenes que van a trabajar en las comunidades y tienen la responsabilidad de lograr un desarrollo cultural dentro de las personas que viven en esos barrios, conocer su identidad; a veces las personas pierden la confianza en las nuevas generaciones pero a ellos hay que guiarlos por el bien, subraya. 
   Para Bosch también los cimientos están en la investigación, es coautor de libros fundamentales para la provincia: “Rebelión y Apalencamiento”, sobre la resistencia esclava; la primera Reseña Histórica de Guantánamo; y estudios sobre los cafetales franceses, y escribe otro sobre su misión en Angola, "trabajamos con un colectivo de historiadores de Educación para que eso no se guarde sino que sea aplicado a todas las enseñanzas."

   Eso también funciona en su lucha por la descolonización cultural, sobre la cual imparte  conferencias en los municipios de la provincia y alerta a jóvenes y cuadros, "si no tenemos conciencia, nuestra cultura puede desaparecer, hay que sembrar conocimiento en cada niño y  comunidad, para que el Son, el Changuí o la historia del cimarrón se preserven", advierte.
    Al preguntarle por los sacrificios, niega con la cabeza y dice: "servir a la patria no es un sacrificio, es un honor”, aunque reconoce, eso sí, el equilibrio difícil entre la familia y la responsabilidad de ser cuadro.

   Pero su mayor reconocimiento no está en las distinciones –mejor cuadro del Ministerio, medallas–, sino en algo más simple y profundo: “que los trabajadores quieran que uno siga con ellos, que si una persona va en la calle y uno la ayuda en cualquier cosa y ella se sienta orgullosa”, al final del día, Diego Bosch Ferrar regresa a su principio: es, ante todo, un servidor.