San Juan y Martínez, Pinar del Río, 13 ago (ACN) A 68 años de aquellos disparos que acabaron con dos vidas jóvenes, los hermanos Sergio y Luis Saíz Montes de Oca, símbolos de toda Cuba, fueron recordados hoy en su San Juan y Martínez.
Asesinados aquel 13 de agosto en una acción para celebrar el cumpleaños del líder Fidel Castro, ambos tuvieron vidas cortas (18 y 17 años) pero dejaron un legado de pensamiento crítico y lucha por la justicia social; el intelectual.
Jóvenes, artistas y pueblo sanjuanero homenajearon a los hermanos a pocos metros de donde fueron ultimados, en el poblado que cada año les rinde tributo.
Este es un lugar al que uno quiere venir una otra vez, porque aquí palpita parte importante del alma de Luis y Sergio, aseguró en el acto Yasel Toledo Garnache, presidente nacional de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).
Durante cuatro días la organización realizó la Jornada 13 de Agosto en la provincia más occidental, evento que incluyó actividades culturales previas en todo el país, también por el cumpleaños 99 de Fidel.
Quisiéramos que la sociedad cubana sintiera mucho orgullo por la AHS, desde la belleza que significa ver vivos a los hermanos y a su madre Esther, apuntó.
Lograron lo que pocos logran: trascender y vivir después de la muerte física, destacó Toledo Garnache.
Que sepan Luis, Sergio, Esther, San Juan y Martínez y toda Cuba que la Asociación siempre va a ser consecuente con la poesía y el ejemplo de los dos jóvenes, dijo.
Es una organización que siempre está pensando cómo ayudar a los demás, cómo ser útiles y contribuir a una nación cada vez mejor desde el arte, significó.
Y aspiramos a que sus integrantes sigan amando la Isla fieles a la belleza del arte y sus principios como artistas, cubanos y seres humanos, puntualizó.
Hasta el cementerio donde reposan los restos de Luis, Sergio y su familia también llegaron los miembros de la AHS a depositar flores y aplaudir por la vida y obra de los dos jóvenes.
Recorrieron la Casa Museo Hermanos Saíz, sitio de obligada visita para todo el que llega a San Juan y Martínez; y en el afamado Hoyo de Monterrey sembraron dos palmas que simbolizan la vigencia del legado de los muchachos, como los llamaba la madre Esther.
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