Por Aylin Herrera Reyes y Gabriela Camila Castellanos Mora | Fotos: Marcelino Vázquez Hernández
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30 Junio 2023

Cuentan que un día, hurgando entre piedras llenas de historia y ansiosas por salir de la desidia, Eusebio Leal Spengler (1942-2020) encontró una losa escrita en chino.


Cuentan que un día, hurgando entre piedras llenas de historia y ansiosas por salir de la desidia, Eusebio Leal Spengler (1942-2020) encontró una losa escrita en chino.

Por su inquietud ante lo desconocido tradujo al más puro castellano lo que allí estaba escrito.

"La mano ejecuta lo que el corazón manda", decía la proverbial frase de la cual se apropió entonces y que llevó hasta su tumba, luego de más de medio siglo de restauraciones de espacios, pero también de reparar almas.

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Regresar en el tiempo

El 11 de junio de 1938, el Doctor Emilio Roig de Leuchsenring, primer historiador de la capital, fundó la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), cuyo bregar en la restauración y puesta en valor del patrimonio provincial y nacional se mantiene vigente hasta la actualidad.

Con visión simbólica, Roig fue pionero en el rescate de diversos rincones que se han transformado, para bien, en sitios donde conviven lo clásico y lo moderno.

Desde la Calle Tacón, donde se puede transitar por adoquines de madera, se alza la cumbre de la restauración del Centro Histórico de La Habana: el Museo de la Ciudad.

Sobre este lugar afirmó Michael González Sánchez, su director, en entrevista exclusiva con la Agencia Cubana de Noticias (ACN), que es el templo de la preservación de la urbe.

La institución, donde otrora tuvo su sede el Palacio de los Capitanes Generales, obtuvo la categoría de museo en 1942, pero anteriormente también funcionó como una dependencia del Ayuntamiento de La Habana.

Ese mismo año, Roig hizo que los entonces locales administrativos se convirtieran en salas expositivas, idea que marcó el punto de partida para el rescate del edificio, de los valores patrimoniales y los objetos ligados a los héroes de la independencia y a la historia de la capital, explicó González Sánchez.

Destacó que aunque el museo trasladó sus salas expositivas hacia el Palacio de Lombillo y retomó su condición de Ayuntamiento, ya el esfuerzo inicial de proteger el patrimonio habanero y nacional estaba hecho.

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Para no olvidar

En 1959 el joven Eusebio Leal Spengler, discípulo de Roig de Leuchsenring, comenzó sus trabajos como encargado del edificio y vio en él valores ocultos a pesar de sus transformaciones como un espacio administrativo, expresó el también historiador González Sánchez.

Desde 1968 Leal comenzó un proceso de rescate, primero del edificio, de cada uno de sus pisos y su riqueza como Palacio Presidencial y de protocolo en los tiempos de la colonia española, las salas que se crearon como tributo a las guerras de independencia, entre ellas “Cuba heroica” y la “Sala de las banderas”, las dedicadas al Cementerio de Espada y a la Parroquial Mayor, la primera iglesia que estuvo en este espacio físico.

Se trata de un trabajo de décadas en función de salvaguardar que, acto seguido, se convirtió en el cuartel general de toda la restauración de la ciudad, apuntó.

De esa raíz emanaron notables ideas como la creación de la Casa de los Árabes y la Casa de África, por solo citar algunos ejemplos, así como otras dependencias; fue como una semilla que se expandió para bien, con una gran cosecha que empezó a ocupar las plazas y cada rincón de esta zona de la urbe.

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Un hijo de su tiempo

Para González Sánchez, Leal Spengler tuvo una ventaja a diferencia de Roig y fue la de contar con el Estado y el Gobierno para poder llevar una práctica de rescate a un nivel superior donde se encuentra el impacto social.

Resulta imprescindible el reconocimiento de la autoridad de la OHCH mediante el Decreto Ley 143 de 1993, el cual firmado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, indica que esa entidad lidera la restauración y la gestión del Centro Histórico.

En esa normativa puede leerse, que la institución tiene como principal encargo: "Preservar la memoria material y espiritual de la capital de la República como expresión de la historia nacional, divulgándola y honrándola por todos los medios de difusión naturales y técnico-científicos y por su acción continua sobre estos bienes de la nación (...)"

Leal vio en los símbolos un pago de deudas con la historia, sus procesos y sus próceres y concibió al Museo como el sitio que debía saldar esas deudas con el patrimonio y la cultura de la Patria, aseveró el director del Museo de la Ciudad.

Constan como ejemplos las cinco campanas frente a la Calle de Madera, alegóricas a la Parroquial Mayor, y que esa propia calle, sepultada por el asfalto renaciera luego de muchos años cerrada, como una huella de la singularidad y la diferencia de una época.

Hay que recordar los trabajos que realizó la Oficina del Historiador en la década del 80 en el Castillo de La Cabaña que fueron en su momento una obra de envergadura impresionante, donde hoy radica el Parque Histórico-Militar Morro Cabaña, enfatizó a la ACN Antonio Quevedo Herrero, director de la Red de Museos Arqueológicos de La Habana.

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Andar... La Habana

Leal Spengler empezó la restauración de la urbe en Capitanes Generales con excavaciones arqueológicas, porque encontró en sus cimientos elementos que denotaban un momento distinto en la historia de la capital y del país.

Emprendió, desde la arqueología, lo que más tarde se convirtió en una aventura ética y sociocultural, y siempre le dio a esa rama el poder del conocimiento que quizás los libros no registraban, comentó González Sánchez.

Desde 1989, con la creación del Museo de Arqueología, anexo al Gabinete de Arqueología de la OHCH, se dedicaron las primeras salas a las culturas precolombinas de América y posteriormente la sala aborigen de Cuba, detalló Quevedo Herrero.

Precisó que como resultado de las excavaciones se sumaron otras cuatro instituciones – el Castillo de San Salvador de La Punta, el Museo de la Pintura Mural, el Castillo de la Real Fuerza y el Castillo de Santo Domingo de Atarés-, sitios donde actualmente es posible explicar el origen de la ciudad y su evolución en el tiempo.

Se incorporó en la fortaleza de La Punta la temática de arqueología subacuática en 2002, aunque por la proximidad con el mar hubo que desplazarlo en 2008 a la Real Fuerza.

De esos años, en lo que los huracanes intentaban destruir el patrimonio que allí se atesoraba, Jorge Ernesto Echeverrería Cotelo, museólogo especialista del Grupo de Museos Arqueológicos de la OHCH, contó a la propia Agencia que en octubre de 2005 el agua derribó un portón de la fortificación ubicado en las cercanías del Malecón habanero, pero se consiguió rescatar las piezas del lugar.

Cuando empieza esta temporada La Punta no queda en las zonas más bajas y eso lo aprendimos de Leal, el capitán de esta gran nave que es la Oficina, añadió.

Finalmente, se remozó el Castillo de Atarés, la última obra de restauración de la OHCH de un bien patrimonial militar, precisó Echeverría Cotelo.

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Detén el paso, caminante...La Habana Vieja

El Museo de la Ciudad cuenta actualmente con nuevos proyectos, uno de ellos es el Museo Universitario, ubicado en el Colegio San Gerónimo, donde se explica la influencia dominica en la enseñanza superior y la vida social, detalló González Sánchez.

Hay una gran idea por concretarse que es en la Sala de las Banderas, que cambiará su visibilidad, el modo de exponer las banderas cubanas y todos los bienes que remontan a las guerras de independencia, mientras que la dedicada a la Sala Parroquial Mayor buscará elementos para, renovar los contextos y lecturas de la religión del período colonial y del peso de la iglesia en la sociedad, añadió el especialista.

Dijo que junto al Plan Maestro se trabaja en la documentación del proyecto que abordará las manifestaciones del patrimonio inmaterial que van desde la música, la danza, la gastronomía, cuyo aporte a la historia de la ciudad también es importante.

Mientras, Quevedo Herrero narró que se terminó la restauración del Torreón de Cojímar y se trabaja intensamente en la reparación capital del Castillo del Príncipe.

Pero para este experto el principal valor de cada obra radica en su manera de gestionarlas.

Lo más importante la comunidad y nuestro objetivo es brindar un servicio que se traduce en visitas espontáneas y dirigidas, trabajo con estudiantes, acotó.

González Sánchez comentó que los museos son el reflejo de la vida en sí misma, de la creatividad humana por transformar su realidad.

La mejor manera de pagar la deuda con Roig y Leal es hacer que este y el resto de los museos se conviertan en sitios descentralizados, motivo por el cual los especialistas de cada institución de la OHCH salimos a las comunidades, participamos en un programa tan hermoso como Rutas y Andares, porque nos debemos al entorno, porque el compromiso es grande y debe marchar a la par de la constante preparación museológica para mantener la salud de cada una de las colecciones, consideró.

Legado y memoria

Hay enseñanzas de diversos tipos y ante todo está la enseñanza ético-moral del historiador que tiene que ver con sus grandes virtudes, una de ellas la creatividad que imprimió a la obra restauradora de la ciudad a golpe de paciencia y sacrificio, dijo el director del Museo de la Ciudad.

Señaló que desde 1979 soñó con que el Colegio de San Pablo, donde Martí aprendió sus primeras lecciones del maestro Rafael María de Mendive, retomara su condición de escuela, lo cual se logró en 2018 y habla de la perseverancia y la dedicación ante un patrimonio que no existe, sino que se crea y se intenciona por su valía y por la necesidad de conservar todo aquello cuya vida es efímera.

Para Echeverrería Cotelo, Leal siempre fue un maestro en la gran batalla de la comunicación de los más elevados valores históricos y culturales de La Habana y de Cuba.

Divulgar es la mejor manera de educar, no solo través de los medios sino también preparar talleres, círculos de interés, el colegio y las visitas dirigidas a personas con necesidades especiales, refirió.

Hay que internacionalizar nuestras instalaciones museables, pues no se puede explicar la esencia de lo que somos desde un sentido localista, sino que hay que comparar el Centro Histórico de La Habana con los de otras partes del mundo, para saber cómo se gestionan esos bienes patrimoniales, insistió González Sánchez.

De sus viajes por el mundo adaptó las mejores experiencias para la restauración y gestión patrimonial habanera, de modo que su humildad, la verdad por encima de todo y el trabajo en equipo son los tres pilares fundamentales que caracterizan el trabajo de la Oficina que por tantos años dirigió, argumentó.

Actualmente florecen sitios como Habana Espacios Creativos, A+ Espacios Adolescentes, el Centro Demostrativo de Energías Renovables, situado en la Quinta de los Molinos; y se preparan otros como el Colegio de Santa Clara, donde estudiantes de toda la región del Caribe recibirán formación respecto a los oficios y la restauración.

Estos son ejemplos de cómo el intenso bregar de la Cooperación Internacional, las direcciones de Inversiones y Restauración, y el Plan Maestro, ha germinado en proyectos sustentables que otorgan un nuevo panorama al Centro Histórico.

Cada uno de ellos se mantiene a través del tiempo y dan cuenta de una urbe que se crece a pesar de las dificultades y que, constantemente, se pone a prueba ante el paso del tiempo mediante la resiliencia, la autogestión y la creatividad de quienes trabajan en ella, dijo el también historiador González Sánchez.

Recalcó que se aspira a una localidad inteligente donde se digitalicen desde documentos claves para entender su devenir histórico hasta todos los servicios básicos que la población necesita, desde la comodidad del hogar, porque la vanidad de esta gran obra radica en que las personas se sientan bien y en dar alimento espiritual, en ocasiones difícil de conseguir, pero que ha de ofrecer sosiego y paz en los tiempos que corren.

Leal nos convidó a que cuidáramos ese patrimonio que es totalmente intencionado, cuya concepción sea resultado del estudio y no de improvisaciones; si mezclamos las virtudes teologales -la fe, la esperanza y la caridad-, con el conocimiento y la pasión por lo que hacemos tendremos patrimonio cultural por muchos años.

Esta es una obra cultural que la Revolución defiende, un legado de Fidel quien, en complicidad con el eterno historiador de La Habana, dedicó horas para conocer cada detalle y preservarlo para la posteridad.

En una entrevista del año 2019, el Leal confesó: "(...) mi alma vagará eternamente por La Habana. Ha sido el mejor de mis amores, la mejor de mis pasiones, el mayor de mis desafíos. Realmente no sé por qué siempre vuelvo misteriosamente a ella, en la luz y en el silencio, en la vida y en el sueño".

Y vemos andando su ciudad, reflejado en el trabajo creador de hombres y mujeres, quienes con sus oficios, desde altísimos andamios o en las profundidades de los suelos, devuelven el aliento a quienes habitan esta villa del santo patrono de los viajeros.