En 1927 uno de los informes de la policía secreta del dictador Gerardo Machado sobre el primer Partido Comunista de Cuba señalaba que la Universidad Popular José Martí tenía como fin continuar “ la propaganda revolucionaria con el objeto de conseguir adeptos y en momento determinado producir una revolución armada para el logro de sus propósitos (...)"
El reporte, aun más extenso, sirvió para ilegalizar y perseguir con saña la referida Universidad Popular, organizada en 1923 como acuerdo del Primer Congreso Nacional de Estudiantes a partir de la iniciativa de Julio Antonio Mella, como vía de extender la enseñanza a la clase trabajadora y sobre todo para ligar las luchas estudiantiles con las causas proletarias.
La reunión de los estudiantes cubanos se había inspirado también en el movimiento estudiantil en la Universidad de la Ciudad de Córdoba, Argentina, de 1918, en pro de la reforma universitaria que perseguía la autonomía, la participación de los alumnos en la dirección del plantel, modernización de la enseñanza y en una mayor democratización del proceso educativo y en la selección de los profesores y autoridades del centro.
Las reclamaciones de los educandos argentinos eran muy adelantadas para su época y pronto se extendieron a gran parte de América del Sur y a Cuba, donde las casas de altos estudios todavía mantenían la costra del atraso en la enseñanza con fuerte influencia religiosa y de la escolástica medieval, aunque la mayoría de las reformas exigidas respondían a una actualización dentro de cambios liberales burgueses.
En Cuba el Congreso de Estudiantes fue celebrado del 14 al 26 de octubre de 1923, en el contexto de una agitación universitaria frente a la corrupción y desmanes del gobierno de turno y se proyectó por cambios estructurales y del funcionamiento interno de la Universidad de la Habana, pero, además, se pronunció con un fuerte compromiso antiimperialista que superó las exigencias de las reformas de la nación sudamericana.
Entre esos acuerdos estuvieron demandar la derogación de la Enmienda Platt y rechazar la Doctrina Monroe y el Panamericanismo, condenar la actuación del imperialismo yanqui, la penetración imperialista norteamericana en las Antillas, Centroamérica y Filipinas y el colonialismo, además de exigir que se establecieran relaciones con la Unión Soviética.
También abogó por crear la Universidad Popular José Martí, que este tres de noviembre llegará al aniversario 92 de ser inaugurada en el Alma Mater, con una matrícula de 400 estudiantes, y que estableció la premisa de unidad entre obreros e intelectuales con los sindicatos, como prueba de la transformación que debía asumir la nueva institución y del compromiso del estudiantado con la lucha por la justicia social.
Mella la denominó como “la hija querida de mis sueños” y la dirigió en los primeros años hasta que partió para el exilio.
Funcionó bajo fuerte persecución en locales de sindicatos, en el pueblo de San Antonio de los Baños y en otros locales, donde- además de instruir a los obreros en la enseñanza de la historia, literatura y ciencias técnicas- se realizaban intercambios entre los educandos sobre la estrategia de la lucha de clases contra el imperialismo en Cuba y otros temas marxista-leninistas.
La iniciativa de Mella fue también una forja de los líderes y destacados intelectuales de la época como Raúl Roa, Rubén Martínez Villena y Emilio Roig de Leuchsenring, entre otros, quienes impartieron clases a los obreros hasta que en 1927 el centro fue clausurado bajo la acusación de "peligroso foco de propaganda comunista".
En realidad, los amanuenses de la policía secreta que alertaban en su informe sobre los peligros para el régimen que significó la Universidad Popular José Martí, tuvieron mucha razón, porque esa nueva forma de enseñanza popular desempeñaría un destacado rol en el despertar de la conciencia nacional y el desarrollo de la revolución antiimperialista de 1933, que derrocó a la dictadura machadista.
Jorge Wejebe Cobo
6052
02 Noviembre 2015
02 Noviembre 2015
hace 9 años