Tormentas locales: sorpresas de la naturaleza

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Magaly Zamora Morejon| Foto de Archivo
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14 Marzo 2016

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La intensa y prolongada sequía que se extiende desde el oriente hacia la región central de Cuba, puede hacer olvidar a algunos la posibilidad de ocurrencia de las tormentas locales severas, cuya época más activa tiene lugar de marzo a septiembre.

Sin embargo estos fenómenos, caracterizados por vientos fuertes, granizos y descargas eléctricas, pueden ocasionar daños considerables y hasta la pérdida de vidas humanas en pocos minutos, por lo que no resulta ocioso estar prevenidos.

La referencia más antigua que se tiene de ellas en Cuba corresponde a un cronista del siglo XVI, y no es hasta finales de la centuria 1800 que un matancero emprende un estudio sobre las causas que las originan.

Hoy se conoce que están motivadas por la inestabilidad de las capas superiores, diferencias de la velocidad y dirección del viento; así como por la variabilidad de la temperatura y humedad en niveles consecutivos de la atmósfera.

Aunque ocurren en numerosas partes del globo terráqueo, son más frecuentes en Cuba, Estados Unidos e Israel, con una incidencia mayor en áreas alejadas de la costa y en las llanuras.

Resulta curioso que la provincia de Cienfuegos  constituye una de las más afectadas por esos fenómenos, en tanto  la Isla de la Juventud es la de menor registro.

Las tormentas locales  están asociadas a sistemas prefrontales o procesos tropicales y extratropicales en dependencia de la época del año, y pueden suceder lo mismo de día que en horario nocturno. El mayor de estos sucesos que se recuerde en el país tuvo lugar el 13 de marzo de 1993, al cual se le denominó Tormenta del Siglo, pues afectó a casi toda la ínsula y a pesar de su corta duración ocasionó cuantiosos estragos en viviendas y cosechas.

Hoy constituye un reto para los meteorólogos determinar las potencialidades de ocurrencia, vigilar y dar seguimiento a los patrones y configuraciones de la atmósfera, en aras de alertar  a la población y evitar sorpresas desagradables como un tornado o una granizada. (Por Magaly Zamora Morejon, ACN)