Toma de Guáimaro, victoria moral y militar mambisa

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Por Jorge Wejebe Cobo | Foto de Internet
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27 Octubre 2016

 El general español Adolfo Jiménez Castellanos,  jefe de las fuerzas colonialistas en Camagüey,  recibió una carta fechada el 29 de octubre de 1896, firmada por  el coronel  del Ejército Libertador  Mario García  Menocal  que le trastocó su sombrío estado de ánimo  por haber perdido el pueblo de Guáimaro, fuertemente defendido por sus tropas, y lo llevó  a un sentimiento de asombro ante la inesperada  propuesta del jefe insurrecto.

  El general español Adolfo Jiménez Castellanos,  jefe de las fuerzas colonialistas en Camagüey,  recibió una carta fechada el 29 de octubre de 1896, firmada por  el coronel  del Ejército Libertador  Mario García  Menocal  que le trastocó su sombrío estado de ánimo  por haber perdido el pueblo de Guáimaro, fuertemente defendido por sus tropas, y lo llevó  a un sentimiento de asombro ante la inesperada  propuesta del jefe insurrecto.
    En la misiva se le proponía que por orden del Mayor General Calixto García, Jefe del Departamento Militar de Oriente,  y “Respetando las leyes de neutralidad, nunca sin embargo respetadas por ustedes para con nosotros(…)  enviara una comisión para recoger los soldados heridos y enfermos tomados prisioneros en el Hospital  de Sangre de las fuerzas que defendían Guáimaro".
     De esa forma fueron entregados a las  filas hispanas  22 enfermos y heridos, cinco sanitarios y cuatro empleados civiles.
   Jiménez Castellanos sabía muy bien que las órdenes de su mando no tenían piedad con los heridos, los enfermos y hasta con las  mujeres cubanas  encargadas de la atención a los pacientes en la manigua, quienes  por regla general eran ultimadas a sangre fría a pesar del supuesto sentimiento católico del que tanto alardeaban  en las misas
que  oficiaban  los capellanes militares.
   La victoria que haría posible esa lección moral del Ejército Libertador  comenzó a gestarse en el encuentro entre  el Generalísimo Máximo Gómez y el General  Calixto García en   San Antonio de Blanquizal el 13 de octubre, donde trazaron un plan de operaciones para batir las tropas españolas en las zonas estratégicas de los pueblos de Guáimaro y Cascorro.
   El Generalísimo encargó al General García Íñiguez tomar Guáimaro, un punto fortificado con varios fuertes defendidos por centenares de soldados con abundante parque y abastecimientos, pero que a su  vez tenía una alta significación patriótica para los cubanos por haber sido sede de la proclamación  de la primera Constitución  de la República en Armas.
   Las tropas mambisas cercaron ese poblado camagüeyano el 17 de octubre  de 1896  y fueron tomando uno por uno, tras duros combates,  los puntos de resistencia con la ayuda de los pobladores, quienes  les revelaron al mando cubano informaciones sobre la organización y disposición de los defensores que se rindieron el 28 de octubre.
   "Tomé a Guáimaro. Acaba de rendirse el cuartel, después de haberlo hecho ayer y hoy todos los fuertes”, con ese parco mensaje  el General Calixto García  informó al Generalísimo sobre la victoria de los insurrectos.
   Para impedir que la localidad fuera fortificada nuevamente  por el ejército peninsular, los habitantes y las tropas cubanas incendiaron el pueblo, que sufrió ese destino por segunda vez, pues en la Guerra de los 10 años había sido reducido a cenizas por sus pobladores ante el avance colonialista.(, ACN)