Tata, métele uña

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Liz Beatriz Martinez Vivero
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04 Febrero 2016

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En la populosa ciudad de Nueva York fue conocido como Manos de Oro. Para el mundo quedó inscrito universalmente como Tata Güines (1930-2008), un hombre que fue padre fundador de un estilo único en la tumbadora.

Hoy, cuatro de febrero,  se cumplen ocho años de la desaparición física de este hombre que revolucionó la forma de tocar los cueros, al decir de los especialistas colocando golpes sueltos en la melodía como nunca antes se había escuchado. Para muestra de las generaciones que, mientras él vivía y se ganaba al mundo, no teníamos conciencia de su arte que dejó su descarga Pa gozar. Todo un clásico cuando se habla de jazz latino.

En el poblado mayabequense de Güines, Tata es venerado.

Cuentan quienes coexistieron con él en tiempo y espacio que en una festividad en honor a Santa Bárbara, en la procesión de la virgen, salió antes que el cura combinando en su vestuario el rojo y blanco.

Algunos vecinos todavía recuerdan, borrosamente, que sus primeras tumbadoras fueron dos laticas: una de chorizos y otra de leche condensada.

En sus venas corría la música porque su padre tocaba el tres y dirigió durante mucho tiempo el Sexteto Partagás. Allí debutó el Tata, inscrito en su partida de nacimiento como Federico Arístides Soto.

Durante la década del 40 entró a la orquesta de Arcaño. En 1953 comenzó con otra de gran fama, Fajardo y sus Estrellas, con quien viajó a la referida urbe norteamericana y triunfó con su singular estilo, por el que fue apodado Manos de Oro.

La influencia del jazz en los tres años que pasó en Estados Unidos, donde tuvo su cuartel general en el hotel Waldorf Astoria, fue decisiva en su forma de hacer música.

Tata regaló su virtuosismo para tan exigente y renombrado público de la talla de estrellas como Carmen Miranda, Antonio Gades y Alicia Alonso.

En aquellos años, dentro y fuera de su país, tocó con los más grandes de la música cubana: Cachao, Machito, Chico O'Farrill y el gran pianista Frank Emilio Flyn, con quien hizo historia en el grupo Los Amigos.

"Tata, métele uña", se podía escuchar en sus conciertos, con Frank Emilio o con el pianista Ernan López Nussa, con quien también compartió escenarios en los últimos años de su vida.

Yo me di a la tarea de modernizar las tumbadoras, la tarea de colocar los golpes sueltos en un tema. Porque los golpes sueltos los haces cuando el cuerpo te lo pide, pero con mucho respeto a quien está soleando", explicaba el propio Tata a un periodista.

Tocar con las uñas no me costó tanto trabajo, se trataba de sacar un sonido nuevo, se me ocurrió en el cabaret Montmartre en un tema que se llamaba La chancleta, que hacía la clave con una chancleta de palo para que sonara a madera. Luego los hacía yo con las uñas... y donde trabajaba me pedían: ¡Tata, métele uña!.

Llegó para quedarse como un símbolo de la tierra mayabequense, el hombre que mundialmente llevó a Güines hasta Nueva York.