Bernardino Lima Reinoso asegura que un guajiro por mucho tiempo que viva en el “ pueblo” sigue amando el campo, y no se libra de la necesidad de saber cómo anda la campiña y el desarrollo técnico, aunque ya sean otros quienes empuñen esos hierros.
Hoy, con 74 años de vida, aún mantiene la vitalidad física de su mocedad, el pensamiento lúcido y sus ideas claras convierten una simple conversación en un momento agradable, matizado de anécdotas, recuentos y relatos simpáticos.
Se sonríe cuando recuerda que nació el 20 de mayo de 1942, en la finca San Ramiro, en Corralillo, municipio norteño de Villa Clara.
Los sembrados de caña, el olor dulzón del aire en tiempos de cosechas son remembranzas de su niñez que todavía le acompañan.
El triunfo de la Revolución, la intervención de las fincas de los grandes terratenientes y la conformación de las primeras estructuras agrarias contaron con su apoyo, y así casi sin darse cuenta se convirtió en un directivo de la naciente Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
Solo soy un guajiro humilde y trabajador
“Comencé como activista de la organización campesina en Rancho Veloz, en mi localidad natal, poco a poco tuve más responsabilidades, hasta llegar a vicepresidente de la ANAP en el país, señala.
“ Mi vida se conjuga con el trabajo de esa asociación, a la cual dediqué prácticamente todo mi tiempo, y me alegro mucho porque considero que fue mi pequeño aporte a la Revolución.
“ El inicio fue muy intenso, el trabajo ocupaba el día y parte de la noche porque construíamos una nueva sociedad, y había que mostrar los beneficios, educar a los agricultores, en su mayoría analfabetos, enseñarles a emplear las nuevas técnicas”.
A modo de ejemplo rememora que fue interventor de los grandes latifundios, y vio nacer las “ fincas administradas”, una de las primeras estructuras de la agricultura revolucionaria.
No olvida tampoco cómo se constituyeron las cooperativas de producción agropecuarias, todavía elogia la disposición de los campesinos para aportar sus tierras, el trabajo colectivo, la conjunción de intereses de aquellas personas antes olvidadas.
Reconoce que resultó una etapa inigualable, porque a medida que trabajaba para impulsar el desarrollo agrario de Cuba, fomentaba su familia, a la que siempre le ha dado prioridad.
Sara Corzo le acompaña desde hace 50 años. Juntos tuvieron dos hijos, Julio y Vivian, y ahora cuatro nietos se suman al núcleo familiar.
La grácil esposa recuerda que lo conoció en República, pueblecito del municipio de Quemado de Güines, donde ella vivía. Cerca de allí Lima estaba albergado y era jefe de un lote de caña.
Luego de un noviazgo muy a la usanza de aquellos años y de las tradiciones rurales, se casaron el tres de diciembre de 1965.
En ese tiempo él trabajaba lejos, los niños y yo vivíamos con mis padres, pero el amor entre nosotros y el respeto de la pareja hizo perdurable la unión hasta la actualidad, reconoce la dulce mujer.
Después de tanto bregar por montes y ciudades, ya jubilado, Lima preside hoy la comisión de historia de la organización en Villa Clara, labor que considera muy importante porque el quehacer económico, político y social del hombre del agro es relevante y debe llegar a las nuevas generaciones.
Aunque ya la salud le ha jugado sus malas pasadas, aún tiene fuerzas para apoyar la nueva estructura que gesta la ANAP, la que considera muy oportuna.
Puntualiza que los guajiros de hoy no se parecen en nada a aquellos quienes vieron la luz en sus viviendas y les dieron zapatos y comida adecuada a su descendencia, luego del Primero de Enero de 1959.
De manera sencilla y con modestia enumera las distinciones y condecoraciones que recibió, pero guarda en su corazón la entrega de la Orden 17 de Mayo, de manos del Comandante en Jefe.
“Ya yo conocía a Fidel e incluso coincidí con él en actos y eventos de la ANAP, pero ese instante no lo puedo olvidar.”
“Sentir el abrazo de ese hombre inigualable, conductor del proyecto social más avanzado del mundo, fue un instante místico”.
“Considero que ese constituyó el día que más honrado me he sentido en toda mi vida, porque solo soy un guajiro humilde y trabajador que empeñó todas sus jornadas en favor de la Revolución , la libertad y soberanía de este país”.