Sanadores de los montes(+Fotos)

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Marta Hernández Casas
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06 Septiembre 2016

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Reynaldo Herrera es un anciano de Santa Clara que ha dedicado gran parte de su vida al trabajo agrícola, a pesar de sus años todavía camina diariamente los plantíos y mantiene una observación constante sobre los sembrados.
  Con gran sobresalto  un día notó que las hojas de sus plantas de aguacate estaban llenas de manchas oscuras, la sola posibilidad de una enfermedad  le llenó de temor y asumió la mejor de todas las decisiones, ir al laboratorio de Sanidad Vegetal para que las analizaran.
  El campesino  reconoce a la ACN  que en cuanto llegó, una especialista recogió las muestras, las examinó,  luego salió con el diagnóstico y el tratamiento. Así de fácil  evitó la pérdida de la cosecha o la demolición de todo el sembrado.
   Alejandro Bode, director del centro, asegura  que de manera general todos los campesinos tienen ese comportamiento, porque se les capacita para que puedan detectar a tiempo cualquier padecimiento.


  UN POCO DE HISTORIA

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 Los hombres les temen a las enfermedades y plagas de las plantas desde el mismo inicio de la agricultura como actividad consciente. La pérdida de los sembrados  era sinónimo de hambrunas y  por los pocos conocimientos que poseían, muchas culturas las vinculaban a condenas divinas.
  Su importancia en la vida social fue tal que figura entre los castigos  reseñados en el Apocalipsis, último libro de la Biblia, y
son  una muestra fehaciente de la ira de Dios.
   Recuerda la historia que  los romanos designaron a Robigo como el Dios de los granos.  Según la leyenda, la deidad estaba enfurecida porque un niño amarró paja de cebada a la cola de un zorro y le prendió fuego, como castigo le envió las royas de los cereales para que arrasaran las plantaciones.
   Esa creencia devino en las “ Robigalias”,  festejos anteriores a la primavera en los que se sacrificaban perros de color rojo y ovejas para apaciguar la ira de la deidad.
 

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MEDICOS DE LAS PLANTAS

 

 Sombreros, camisas gruesas y de mangas largas, pantalones y botas caracterizan a los hombres y mujeres que caminan una y otra vez los plantíos para comprobar  la salud de las plantas, ellos son los fitopatólogos, especialistas en diagnóstico y control de las enfermedades en el mundo vegetal.
    En Cuba la especialidad alcanzó su máximo desarrollo luego de 1959, cuando triunfó la Revolución, y actualmente cuenta con una red establecida en todo el país y que cubre los diversos cultivos comerciales y las plantaciones permanentes.
    Villa Clara, ubicada en la zona central del país, es un territorio
que  reporta estabilidad en el trabajo de sanidad vegetal. Desde hace muchos años, una  treintena de especialistas, entre ingenieros, máster y doctores, dirigen la faena.
    Bode  explica a la ACN que para viabilizar el quehacer en la
provincia se conformaron cinco estaciones territoriales, las cuales cubren los 13 municipios.
  A ellas se les suman los 33 centros de reproducción de entomófagos y enteropatógenos habilitados en la central provincia de Villa Clara.
     Destaca el especialista que como en la medicina humana el trabajo principal de estos expertos es prevenir los males.
  Se toman en cuenta los pronósticos climatológicos, y valoran los movimientos de parámetros tan importantes como la humedad y temperatura, un desequilibrio de ellos puede ser propicio para que aparezcan plagas o enfermedades, asevera.
   Cuando se conoce que por las condiciones medioambientales pueden aparecer vectores dañinos, hongos o bacterias, se monitorean los campos para comenzar el tratamiento al primer indicio, en todos los casos la rapidez es vital porque cualquier descuido puede resultar fatal.
    Al comparar esta labor con otras naciones del tercer Mundo,  Bode reconoce que los sembradores cubanos son fáciles de capacitar e instruir porque en el país no hay analfabetos.
   Desde hace muchos años en la Isla se trabaja para que  aumente la cultura agraria, así devienen entes activos en la prevención de males en los vegetales.
   Este trabajo ya rinde frutos y cada día se aprecia, con mayor
frecuencia, como los mismos labradores son quienes advierten los primeros síntomas y dan cuenta a las autoridades sanitarias.
   Bode reconoce que el cambio climático ya muestra sus efectos en la salud de las plantas, por lo cual cada día se invierte más tiempo y recursos encaminados a que los campesinos conozcan y tengan a mano los recursos naturales para controlar esas afecciones.