¿Por qué asesinaron al“Zar Rojo del Puerto”?

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Jorge Wejebe Cobo
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16 Octubre 2015

Aracelio Iglesias, líder indiscutible de los trabajadores portuarios.

Aracelio Iglesias era negro, comunista, abakúa y uno de los principales dirigentes sindicales de los trabajadores portuarios en 1948, sobre quien la embajada norteamericana en Cuba llevaba una estrecha vigilancia por  ser llamado el “Zar Rojo del Puerto de La Habana”.
  ¿Motivos? Debido al vertical enfrentamiento del líder obrero a la explotación de empresas marítimas de ese país, de ahí que su asesinato -cumplido el 17 de octubre de ese año- fuera cuestión de tiempo.
   El 10 de octubre de 1948 asumió la presidencia Carlos Prío Socarrás, del Partido Auténtico, para continuar la tradición de su antecesor Ramón Grau San Martin de permitir la corrupción, los vínculos con la mafia norteamericana para el tráfico de drogas y su establecimiento en los negocios de la Isla con la complicidad del gobierno; así como la represión del movimiento obrero y la violación de las leyes de la república.
   Atrás habían quedado los esperanzadores días para el afianzamiento de la democracia en Cuba, cuando representantes de la izquierda y del Partido Comunista participaban en el hemiciclo del Capitolio Nacional junto a los políticos tradicionales en la elaboración de la llamada Constitución de 1940, considerada una de las más adelantadas y progresistas de la época.
   Ese logro fue posible principalmente por las condiciones históricas de alianza de los EE.UU. e Inglaterra  con la URSS en la  Segunda Guerra Mundial contra la Alemania nazi, etapa en la Estados Unidos necesitaba cierta estabilidad en su traspatio estratégico, mientras se deshacía de su enemigo más inmediato: las potencias del Eje Berlín-Roma-Tokío, en alianza con la hoy extinta URSS.
   Para entonces la cara benévola de la “colaboración de clase” y la democracia estaban de moda, hasta que finalizada la contienda se inició el período de la Guerra Fría, donde  esas formalidades en la Isla estaban de más.
   Con el fin de retomar el tiempo perdido, los intereses norteamericanos por medio de los gobiernos auténticos organizaron y aplicaron una represión sistemática del movimiento obrero cubano y la influencia del Partido Comunista, que incluía el asesinatos de sus principales líderes.
   En esas condiciones se agudizaron las acciones de lucha del movimiento sindical hasta que el gobierno ordenó su detención, en un evidente acto de provocación debido a que Jesús Menéndez gozaba de inmunidad en su condición de representante a la Cámara por el Partido Socialista Popular (comunista).
   El 22 de enero de 1948, el capitán Joaquín Casillas asesinó por la espalda ante decenas de testigos a Menéndez, líder azucarero. Su entierro tuvo las características atribuidas a su condición de parlamentario y su cadáver fue expuesto en el Capitolio Nacional, con la asistencia de políticos importantes, sin embargo su asesino nunca fue condenado por las leyes de esa espuria república.
   Solo se hizo justicia cuando al triunfo de la Revolución, Casillas Lumpuy, para ese entonces coronel,  resultó detenido, juzgado y condenado a muerte por ese crimen y otros cometidos en la etapa de servicio a la dictadura de Fulgencio Batista.
   Aracelio Iglesias sería el próximo en la lista, pero su asesinato fue encargado a grupos gansteriles apoyados y dirigidos por el propio mandatario Prío Socarrás, de lo cual se encargaron el gánster  Rafael Soler Puig (El Muerto), Joaquín Aubí, miembro de la policía  y colaborador del FBI en Cuba, y Eliécer Baudín Vázquez (El Cojo),  confidente de la embajada norteamericana.
   En la tarde del 17 de octubre de 1948,  Aracelio Iglesias Díaz tuvo una reunión con trabajadores en el Sindicato de los obreros portuarios de la Empresa Naviera de Cuba, en Oficios No. 259, en La Habana, para acordar los puntos que entregarían al gobierno mediante los cuales se oponían a los intentos de acabar con las organizaciones obreras legítimas para ser sustituidas por testaferros que habían intervenido la Central de Trabajadores de Cuba en 1947.
   Al acabar el encuentro, el grupo de pistoleros que esperaban en los alrededores abrió fuego contra Aracelio y cuatro proyectiles le impactaron por la espalda. Pudo denunciar a sus atacantes antes de ser  trasladado de inmediato al hospital, pero falleció al día siguiente, mientras era intervenido quirúrgicamente. Hacia exactamente ocho días que era presidente Carlos Prío Socarrás.
   Sus asesinos nunca fueron procesados, ni sancionados  en aquella  “república democrática”, a pesar de que eran conocidos porque tuvieron todo el apoyo del gobierno. Solo Rafael Soler Puig (El Muerto) tuvo la pésima idea de venir en la invasión mercenaria de Playa Girón. Fue detenido y juzgado por ese y otros crímenes cometidos antes de 1959 y fusilado.
   Aracelio Iglesias le había dedicado más de la mitad de su vida al movimiento obrero y al Partido, al que se había incorporado durante los años duros de la lucha contra la dictadura de Machado. Tenía 47 años al morir y una larga historia de penurias y necesidades por su doble condición de negro y ser miembro de una familia de humildes campesinos de Pinar del Río, de donde vino para la capital en su adolescencia para comenzar a laborar como estibador del puerto.
   Sus principios como miembro de la secta abakúa y sus ideales revolucionarios nunca entraron en conflicto, ya que los proyectos socialistas y sus creencias coincidían como forma de lucha y resistencia durante una de las épocas más ignominiosas de nuestra historia.