Si bien el ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer, muchas féminas celebran sus logros y se sienten orgullosas de serlo, millones en el orbe se cuestionan la valía de pertenecer a este sexo y de identificarse, incluso, con el género.
Tener una fecha que reconozca la lucha de la mujer por su empoderamiento, en la igualdad de derechos y oportunidades con los hombres, resulta un gran paso, pero convida también a repensar cuánto falta por hacer a nivel mundial para que haya miradas diversas y no opuestas.
Y es que al tiempo que Raquel (por llamarla de alguna forma) da a luz a un bebé concebido con amor, en la otra esquina del planeta, cientos de jóvenes son secuestradas y violadas por grupos terroristas, como informa la prensa a menudo sobre las acciones de Boko Haram, en Nigeria.
O Yusimí, que sin ningún tipo de presión decidió con quién compartiría su vida; contrario a Tatiana, quien en Grecia su propio esposo la cambió por un camello – u otro animal rumiante-, según contaba en la cola para hacerse el carné nuevo, una cubana que vivió en Italia más de 12 años.
Asimismo, un informe de septiembre último de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura reveló que aproximadamente 750 millones de adultos en el planeta son analfabetos, dos tercios de ellos mujeres, y cerca de 500 millones no saben leer ni escribir.
Y como estas hay otras historias y datos que resultan inauditos en pleno siglo XXI, a pesar de quienes se apegan al dicho de que “en el mundo, para que sea mundo, tiene que haber de todo”; pero ¿por qué no todo lo bueno… si también la felicidad tiene distintas formas de expresarse?
La Organización de Naciones Unidas fijó entre los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, la igualdad de género y el empoderamiento femenino, asegurar el acceso de todos los niños y las niñas a una educación equitativa, gratuita y de calidad, y el fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y niñas.
Otra meta es eliminar prácticas nocivas como el matrimonio infantil, prematuro y forzado, la mutilación genital femenina y las formas de violencia contra todas las mujeres y niñas en las esferas pública y privada, incluida la trata y la explotación sexual y de otros tipos.
De cumplirse en todos los países los acuerdos de la Agenda 2030, posiblemente los artículos del ocho de marzo de ese año relaten más sobre cuánto ellas se han empoderado, y se refieran menos a las actuales realidades.
Esperemos que se reviertan también los cálculos del Foro Económico Mundial que, teniendo en cuenta la educación, la salud y supervivencia, las oportunidades económicas y el poder político, estiman que las féminas tardarían 170 años en conseguir la misma remuneración que los hombres.
“El mercado laboral es la llave maestra para la igualdad y desde allí es desde donde la redistribución de ingresos, pero también la garantía de derechos, se hace efectiva”, planteó en un reciente texto Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Si bien el anhelo consiste en lograr un planeta 50-50, este Día Internacional de la Mujer debe ser motivo para celebrar, pero también para concientizar y realizar acciones concretas en aras de erradicar esos flagelos.
A partir de miradas diversas resulta inminente la necesidad de una actitud más activa en la defensa de los derechos de millones de ellas, para que en un día como hoy estas víctimas de la discriminación no tengan que preguntarse: ¿por qué habré nacido mujer?
Gloria Wrigth Hernández
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08 Marzo 2017
08 Marzo 2017
hace 8 años