“No me digas Comandante, que aquí somos peloteros”

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Yenli Lemus Dominguez
802
31 Marzo 2016

fidel-beisbol   Me tocó, por suerte, estar en un lugar con Fidel Castro durante más de dos horas, y ver la modestia del Comandante en Jefe, rememora con gratitud Francisco (Pancho) Soriano, consagrado comentarista deportivo cubano quien reside en la provincia de Matanzas.
   “Fue en un juego de pelota. Soy del primer llamado al Servicio Militar, y en la Unidad mil 700 hicieron un equipo. Discutíamos la zona del Este de La Habana en un campeonato regional, en 1965.
   “El partido con Guanabacoa era un domingo. Salimos a la 11:00 de la mañana de la unidad, que no era tan lejos de Santa María del Mar, donde se jugó, en un terreno que había al lado del hotel Atlántico. Un estadio bastante bueno, pero con unas gradas pequeñas.”
  Al joven Pancho le llamó la atención que allí estaba Vitalio (Vilo) Acuña, en aquel momento jefe de la "Mil 700", junto a otros prestigiosos militares, y al rato llegó Fidel.
   “Cuando formaron la alineación, recuerda, Fidel era el pítcher y yo el cátcher. Entonces Vilo preguntó quién le recibiría al Comandante y me sugirió: tenga cuidado cuando le tire. Imagino que el pítcher contrario estaría asustadísimo cuando Fidel iba a batear.
   “Ya yo lo había visto en la inauguración de los primeros Juegos Escolares, donde estuve con un conjunto de Matanzas, pero lo vi como a unos 20 metros. Tenerlo ahí, y yo contar con 18 o 19 años, fue una experiencia tremenda".
   Mientras repasa los hechos, los dedos de Francisco- al que nadie llama por su nombre- se mantienen inquietos, pulsando la jaba de nylon que contiene una saludable mano de plátanos; y es que Soriano es tan agradable porque se comporta como un ser humano común, con muchísimo talento e historias que contar.    
   “El juego se desarrolla y ganamos siete a cinco, Fidel dio dos jits, impulsó la carrera del empate y la de la victoria.”
   Esa voz consagrada en comunicar partidos de los más diversos deportes e instruir con informaciones, se conserva potente, serena, cautivadora, cómoda en la garganta de un hombre testigo de la sencillez de su coequipero de entonces.
   Pancho no tiene ahora la figura atlética de hace 51 años, pero su memoria sí es bien ágil todavía. Recuerda al líder de la Revolución Cubana en aquel encuentro en Santa María del Mar, vestido con pantalón verde olivo, spikes y un jersey blanco y negro; y que con gran naturalidad le aclaró: “No me digas Comandante, que aquí somos peloteros”.