Máximo Gómez: el corazón de un guerrero

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ACN - Cuba
Marta Gómez Ferrals
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16 Noviembre 2025

  Este 18 de noviembre, día del natalicio del Generalísimo Máximo Gómez Báez hace 189 años en Baní, entonces Santo Domingo, de nuevo se exaltará con justicia a este hijo de la América Nuestra, quien echó pie en tierra por la independencia de Cuba desde los primeros días de la campaña inicial y consagrara su maestría en la Guerra Necesaria.

   El gran general y jefe militar es admirado por su valentía, rectitud, exigencia, disciplina, y por su entrega a la causa.

   Máximo Gómez es recordado como un anciano delgado, de expresión adusta, y al mismo lleno de vida, tal y como fue hasta poco antes de morir sorpresivamente, debido a una septicemia el 17 de junio de 1905 en La Habana.

   Muchos lo llamaban con cariño “el Viejo Gómez” y “Chino viejo”.

Pero este héroe, enaltecido siempre por los cubanos, fue más que un estratega militar extraordinario en una edad provecta. Tuvo una historia de crecimiento y superación humana, desde su juventud.

   Esa razón lleva hoy al estudio más prolijo de su vida, para conocer de su riqueza espiritual y moral.

    Quien enseñó a los cubanos a luchar en los campos de batalla, con sus famosas cargas al machete y argucias de lo que se conoció luego como guerra de guerrillas, afirmó una vez que era dominicano por su nacimiento y cubano de corazón.

   Además de entregar a Cuba su existencia, sabiduría y adhesión incondicional, también creció como hombre de bien desde su llegada a este país por el puerto de Santiago de Cuba en 1865, casi a punto de cumplir los 30 años.

   Cuando poco después se instaló con su madre en la finca El Dátil, de su propiedad, en las cercanías de Bayamo, era todavía miembro no activo del ejército español, el cual sirviera en su país natal y del que se jubiló en 1866.

   Fue en esta tierra donde el joven Máximo Gómez, maduró y creció hacia el pensamiento independentista revolucionario que ya empezaba a bullir en los dominios bayameses y sus alrededores.

   En los preparativos de la Revolución cubana se inició su vocación de libertario, aunque siempre había sido una persona recta y cabal, pues su humilde familia le inculcó valores.

   Cuando se incorporó por vez primera al Ejército Libertador empezó a combatir al mando del General Donato Mármol. En una trayectoria destacada terminó esa contienda en 1878 como protagonista y líder de múltiples combates, con el rango de General y un prestigio inobjetable.

   Algo muy poco conocido fueron sus cualidades para las letras, pues era dueño de una prosa de gran belleza, la cual puede admirarse en su epistolario, el Diario de campaña y algunos documentos. Escribir era otra de sus armas para expresar un pensamiento social y político en total coherencia con los presupuestos de los independentistas cubanos.

    En un proceso que le llevó años, transcurrido entre las campañas libertarias, llegó a converger con los principios concebidos por José Martí para la última guerra de independencia, a pesar de que al comienzo tuvieron serias discordias con el Maestro.

   Se puede apreciar la valía de sus sentimientos más íntimos cuando se busca información de la relación que sostuvo con su esposa, la cubana Bernarda Toro Pelegrín, Manana.

   Creó con ella hogar y familia numerosa, de 12 vástagos, en medio de los fragores de las contiendas. Entre sus descendientes estuvo el inolvidable Panchito, caído a los 20 años junto al Lugarteniente General Antonio Maceo en 1896.

   En cuanto a sus técnicas combativas, brillaron, tanto en la Guerra de los Diez Años como en la iniciada en el 95. En la última campaña como General en Jefe, Máximo Gómez hizo dúo con Antonio Maceo y Grajales, al conducir la epopeya de la Invasión de Oriente a Occidente, a fines del siglo XIX.

   Las lecciones que dio junto a Maceo los situaron a ambos entre los más excepcionales jefes militares de América.

   Todavía hoy se admira el sinfín de estrategias conque lograron poner en jaque al ejército ibérico, llevado al punto de casi ser derrotado, cuando la Doctrina Monroe lanzó su jugada, advertida por Martí. El coraje, la sapiencia, la fidelidad y el corazón rigieron en la vida del Generalísimo.