Luis Catasús, apasionado por la ciencia y la botánica

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Yasel Toledo Garnache
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05 Junio 2017

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El protagonista de estos párrafos integró el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, sufrió prisión dos veces, fue profesor en escuelas militares y director de un hospital en Angola, se graduó de Licenciado en Ciencias Biológicas y tiene múltiples premios por su labor a favor de la biodiversidad.
Luis Joaquín Catasús Guerra, uno de los científicos más
sobresalientes de Granma, ganador de tres galardones de la Academia de Ciencias y actualmente propuesto al Premio Nacional de Medio Ambiente, saluda con naturalidad, sonríe y habla de la importancia de seguir aprendiendo, a pesar de sus 78 años de edad y el inmenso currículo, construido durante varias décadas de trabajo.
Asegura que heredó ese amor por los animales, plantas y otros seres vivos de su abuelo, Amadeo Guerra, quien no permitía la caza ni malos tratos en su finca, compraba aves para soltarlas y rompía las jaulas.
Poco a poco, el niño creció y el sentimiento revolucionario
aumentaba en el interior de su alma, circulaba por las mareas de sus venas con el deseo de vivir en un país más justo, donde todos pudieran sonreír y estudiar, por eso se incorporó a la lucha clandestina, como integrante del Movimiento 26 de Julio.
“Sufrí prisión en dos ocasiones, pero tuve la suerte de sobrevivir,
dice, y levanta la mirada, como si recordara otra vez aquellos días
cuando el peligro de la muerte visitaba con demasiada frecuencia los hogares cubanos.
Según cuenta, luego se incorporó a la lucha en la Sierra Maestra y formó parte del I Frente, denominado José Martí. Después del triunfo revolucionario, el primero de enero de 1959, se desempeñó como profesor en escuelas militares, pero la pasión por la botánica le exigía más acciones relacionadas con esa especie de novia para él.
El joven, lleno de sueños y deseos de aprender, cursó la carrera de Licenciatura en Ciencias Biológicas, para incrementar sus
conocimientos, los cuales enriqueció más tarde con el doctorado en la misma especialidad.
Catasús Guerra habla con fluidez, como un manantial de ideas y
recuerdos, a veces se detiene, sonríe, y sigue, tal vez porque,
gracias a la memoria, disfruta otra vez momentos peculiares de su
existencia.
“Las plantas siempre me han gustado, atenderlas, leer o escribir
sobre ellas constituye algo muy serio y a la vez entretenimiento para mí, por eso nunca he cogido vacaciones en más de 45 años dedicados a esta labor”, dice quien reside muy cerca del Paseo General García, en el Centro Histórico Urbano de Bayamo, su ciudad natal, otro motivo de orgullo.
Asegura que le debe mucho a su esposa, madre de dos hijos y fuente de amor y cariño, quien lo apoya y ayuda en todo, desde su casamiento hace más de tres décadas.
Este hombre, de estatura media, piel blanca y anhelos, considerado el único agrostólogo de Cuba (por su profundo estudio sobre las plantas gramíneas), también habla de sus visitas por cuestiones de trabajo a diferentes países, como Alemania, Bulgaria, África, España y Checoslovaquia.
“Trato de ser ejemplo siempre, pero más cuando estoy en otras
naciones, porque en esas ocasiones también formo parte de la imagen de Cuba, tierra de personas muy amables, inteligentes y revolucionarias”, agrega con seriedad.
Refiere que en algunos de esos lugares tuvo experiencias
singulares, como en Angola, cuando por determinadas circunstancias se desempeñó como director de un hospital psiquiátrico durante 15 días, algo totalmente nuevo para él.
“Aquello fue tremendo, pero hay misiones inesperadas y uno solo puede decir sí y hacerlo lo mejor posible”, manifestó con una leve sonrisa quien recibió su primer premio de la Academia Nacional de Ciencias por el estudio titulado La muerte súbita y síndrome
hemorrágico en ganado vacuno, acometido con otros especialistas.
El segundo y el tercer reconocimientos de la Academia fue por sus dos libros sobre las gramíneas, con abundantes imágenes y mapas, resultados de 39 años de estudio en el campo de la Botánica.
Acerca de la posibilidad de obtener el Premio Nacional de Medio
Ambiente, el cual se otorgará este cinco de junio, expresa que casi ni piensa en eso, porque siempre ha trabajado por el amor a investigar y enseñar, responder preguntas, como lo hace en la actualidad, y continuará durante varios años, pues se siente con mucha fuerza.
Tal vez, cuando usted lea estos párrafos Luis Catasús, el niño
inquieto, el enamorado de la botánica, el joven soñador, el
sobresaliente investigador, el hombre gentil, ya sume otro importante galardón.
Quizás, siga inmerso en otro de sus proyectos personales, con el
entusiasmo de seguir soñando, a pesar de los numerosos años de labor. (Por Yasel Toledo Garnache, ACN)
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