Con 32 años de experiencia en el sector farmacéutico, María Luisa Corrioso, antigua jefa del servicio en el Hospital Provincial Saturnino Lora, de Santiago de Cuba, asegura que el amor y la sensibilidad deben acompañar a los profesionales.
Graduada de la especialidad en 1986, ejerció los primeros años en el Almacén de Medicamentos del municipio Manzanillo, en la provincia Granma, donde se destacó como mejor trabajadora desde los meses iniciales de su desempeño.
Según narró a la Agencia Cubana de Noticias, al regresar a la Ciudad Héroe en 1989 asumió la máxima responsabilidad del servicio farmacéutico en la institución hospitalaria, una de las más importantes del territorio.
Encargada de la fiscalización y distribución del cuadro básico de medicamentos en las diferentes salas del centro, también impulsó la producción de soluciones desinfectantes y antisépticas en el laboratorio y promovió la atención de excelencia a pacientes y galenos.
De acuerdo con Corrioso, la baja cobertura de reactivos, materias primas, insumos quirúrgicos y otras dificultades enfrentadas durante la última década del siglo XX, así como el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba, probaron la creatividad y resistencia del personal, pues los servicios continuaron con la mejor atención posible.
Cada momento complejo en estos 32 años significó un reto para las farmacéuticas del hospital, pues era imprescindible planificar con detalle la distribución según la demanda y abastecer cada área, para reducir faltas; no obstante, el equipo aplicó alternativas para satisfacer los pedidos.
La unidad lograda en el colectivo lo convirtió en una familia para la especialista, el sentido de pertenencia, compromiso con el trabajo y calidad humana de sus compañeros estrecharon los lazos fraternos.
Recordó, entre los momentos más difíciles, los vividos durante el azote de la COVID-19, pues asumieron con valentía el deber de mantener abastecido el centro en jornadas de altas concentraciones de pacientes, en tanto procuraban llegar sanos a casa todas las noches.
Constituye motivo de orgullo para esta santiaguera contribuir a la formación de nuevas generaciones del gremio, de ahí las horas dedicadas a capacitar e instruir sobre las dinámicas rutinarias de la unidad sanitaria a jóvenes técnicos, universitarios y recién egresados de la academia.
Para María Luisa, el humanismo y la sensibilidad característicos de esa y otras especialidades forman parte de la vocación y se fortalecen desde las aulas.
Aunque su estado de salud la alejó físicamente del hospital, mantiene el vínculo con colegas del departamento, desde donde dedicó décadas a salvar vidas con un servicio farmacéutico de calidad. (Loraine Castillo de los Reyes, ACN)