Jefes de buró y otros males

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Yasel Toledo Garnache | Foto Internet
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03 Febrero 2017

El nuevo jefe habla siempre más alto que los demás. Hace una reunión en la empresa casi todos los días y su palabra preferida parece ser “yo”, porque es la primera de la mayor parte de sus oraciones.

El nuevo jefe habla siempre más alto que los demás. Hace una reunión en la empresa casi todos los días y su palabra preferida parece ser “yo”, porque es la primera de la mayor parte de sus oraciones.
Da golpes sobre la mesa, regaña y amenaza con expulsiones. Los subordinados, quienes no suelen expresar sus criterios, le tienen miedo, y él lo disfruta.
Respeto, me tienen respeto, piensa el recién llegado y retoca la corbata inexistente. Camina con orgullo, accede a la instalación y no saluda a nadie, entra a la oficina en las alturas, su reino más pequeño, y cierra la puerta.
Luego, se pone sobre su silla giratoria, da vueltas, hace unas llamadas por teléfono, se para y mira por la ventana, desde donde le parece dominar buena parte del mundo. Para conversar con él es preciso solicitarlo desde al menos un día antes.
¿Acaso así se pueden obtener grandes resultados? ¿Qué tan importante es la motivación de los trabajadores? ¿El jefe debe ser esa persona que intimida o alguien en quien confíe el colectivo y sienta la confianza para sugerir y expresar preocupaciones?
Desde mi etapa de estudiante trato de aprender de todos, de los buenos y malos ejemplos, de cada persona cerca. Siempre tenía los ojos abiertos –como ahora-, escuchaba y grababa con esmero lo que consideraba mejor. Vi a compañeros de estudios “creerse cosas” por un cargo en la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, por un elogio, o un premio cualquiera.
La situación continuó en la Universidad, y eso me dolía. A varios los sacudí un poco, les dije algunas verdades y les pedí que pensaran en los más grandes dirigentes de Cuba, en los líderes que jamás perdieron la humildad.
Mi mente pasa, cual rollo de cine en blanco y negro, imágenes de Fidel Castro junto al pueblo, con niños en los brazos o comiendo en una bandeja de aluminio junto a varios trabajadores…. Veo a Ernesto Che Guevara en un trabajo voluntario, en un campo de caña o en una industria. Y eso los hace más grandes, como a otros de esta nación con inmensa historia.
Es lamentable que algunos se sientan superiores por solo estar al frente de un grupo de personas. A veces, permanecen la mayor parte del tiempo en un buró, en la oficina, el lugar donde menos pueden aportar en verdad, pues aunque es importante que los papeles estén como obras de arte, los resultados más importantes se logran en otras áreas, más cuando el país aplica cambios para favorecer la economía.
Este es un comentario que rebotaba desde hace varios años en mi cabeza y tal vez por eso las ideas salen con tanta facilidad de la punta de los dedos sobre el teclado. Surgen de vivencias personales y otras de amigos, ahora cuando me siento con más madurez que en la adolescencia.
El protagonista de estos párrafos tiene varios nombres, pero ejemplos como ese no están en todas partes. Es alentador conocer a personas admirables, con la responsabilidad de guiar, quienes casi ni duermen porque el tiempo nos les alcanza para tanto por hacer a favor de los demás.
Lo más importante es que todos los trabajadores realicemos siempre nuestro mayor esfuerzo, pues cada quien es fundamental para contribuir al progreso de la nación y el bienestar colectivo.
Debemos tener como objetivo esencial cultivar la belleza, entendida como afán de perfección, bondad y pasión por el trabajo, la historia y el país, como pretensión permanente de hacerlo todo bien.
Debemos tener en todo momento cultura del detalle, como dicen con frecuencia los dos principales dirigentes de la provincia de Granma, enfocados en impulsar avances para lograr un crecimiento sostenido y más rápido de la economía, a partir de las potencialidades de este oriental territorio, lo cual es vital para elevar la calidad de vida del pueblo.
Cada centro de trabajo ha de constituir un grupo de amigos, una familia unida por el objetivo común de alcanzar éxitos individuales, y sobre todo colectivos, por eso es muy importante la comunicación y motivación interna, para aprovechar al máximo las potencialidades de cada uno, siempre con exigencia y la fuerza necesaria para señalar los errores.
También es necesario felicitar a los más destacados, dar unas palmaditas en el hombro, buscar entre todos soluciones a los problemas y encontrar las mejores maneras de alcanzar más triunfos, con unidad y conciencia de que la fuerza y la inteligencia del grupo siempre serán superiores a las de cada quien. El presente y el futuro serán mejores si todos caminamos juntos como un gran equipo, a favor del bien.