En Jimaguayú nació la constitución de la Guerra Necesaria

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Jorge Wejebe Cobo
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13 Septiembre 2016

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En los Potreros de Jimaguayú, en el oriental territorio cubano de Camagüey, cayó Ignacio Agramonte  el 11 de mayo de 1873, y 22 años después  Máximo Gómez le rendía  un tributo  especial al inicio de la Guerra Necesaria, cuando seleccionó el lugar  como sede de la reunión para elaborar la Constitución de igual nombre.
 El encuentro para establecer ese importante documento en los días comprendidos del 13 al 16 de septiembre de 1895, fue un intento por erradicar las contradicciones entre civiles y militares, que había dejado inconclusa la Carta Magna de Guáimaro en 1869, durante la Guerra Grande o de los Diez Años y sería una obra muy difícil de lograr tras la muerte de José Martí el 19 de mayo.
  La anterior organización legal de Guáimaro depositaba en la Cámara de Representantes toda la autoridad cuando todavía no existía prácticamente un territorio estable liberado para establecer un gobierno, lo cual trajo serias contradicciones entre el mando militar y el gobierno en armas que conllevaron a la división entre los mambises, lo cual facilitó, junto a otras causas, el fracaso de la contienda y la Paz del Zanjón.
  Martí había reflexionado acerca de esos errores y tenía una
concepción acabada de la forma constitucional que debía tener la nueva etapa independentista que se inició el 24 de febrero de 1895 bajo su liderazgo, junto a Maceo y Gómez.
  La prematura desaparición física del Apóstol impidió que se reflejara en toda su profundidad en Jimaguayú  su concepción sobre un equilibrio de poderes, que expuso en el encuentro de la Mejorana con el Generalísimo y  el Titán de Bronce el cinco de mayo y que sintetizó en nota en su Diario ese mismo día: “el Ejército, libre, y el país, como país y con toda su dignidad representada” y que presidiera la nueva República,
como era la voluntad de la inmensa mayoría de todos los patriotas cubanos.
  El nuevo orden constitucional que preveía Martí tenía que ver mucho con su visión antimperialista y del papel de la futura república independiente frente a la voracidad del naciente imperialismo norteamericano que ya se extendía por las tierras de América.
  No obstante, la nueva Constitución revolucionaria  regiría en la
manigua mambisa durante dos años, y estableció un gobierno
centralizado como lo había planteado su antecesora de Guáimaro, pero a diferencia de ésta, unía en un sólo organismo los poderes legislativo y ejecutivo, lo cual hacía más viable y objetiva la organización republicana de las fuerzas revolucionarias.
  Un Consejo de Gobierno sería dirigido por un presidente y dictaría las disposiciones relativas a la vida civil y política de la
Revolución, encabezado por Salvador Cisneros Betancourt, y solo intervendría en la dirección de las operaciones militares cuando fuera absolutamente necesario a los fines políticos.
  Además, Máximo Gómez fue designado General en Jefe del Ejército Libertador Cubano,  y Antonio Maceo, Lugarteniente General.
  El Consejo de Gobierno realizó una extensa y fructífera obra
legislativa para establecer el poder revolucionario y regular la vida civil y los servicios públicos del territorio denominado Cuba Libre, e inclusive garantizó tener representación internacional y logró el reconocimiento de gobiernos extranjeros; así como que se conociera la epopeya de los cubanos en el mundo.
  En  Jimaguayú   se logró una  forma jurídica y  política a  la
Guerra Necesaria, que fue un paso adelante respecto a las anteriores Constituciones y representó ante el orbe la voluntad de libertad del pueblo cubano y su capacidad de emerger como una nación libre.