¿El servicio que la población merece?

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Enrique Valdés Machín| Foto Archivo
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19 Septiembre 2016

 

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Durante el último período de sesiones de las Comisiones Permanentes de Trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular, la dedicada a la Atención a los Servicios analizó la calidad de la transportación de pasajeros y el tratamiento a las ilegalidades e indisciplinas sociales.

En esa ocasión, los diputados reconocieron que el tema del transporte es uno de los que más insatisfacciones genera entre la población, y que La Habana y Villa Clara punteaban entre los incumplidores del plan de transportación.

Los diputados que ejercieron la fiscalización y el control del tema detectaron, entre otros factores subjetivos, violaciones en el itinerario, incumplimiento de los horarios de salida y arribo, y la no utilización sistemática del GPS como herramienta de control.

Además, el deterioro de la figura del inspector, su insuficiente presencia en las paradas y la mala calidad en la reparación de las vías.

Todo lo discutido en el mes de julio del año en curso mantiene su vigencia.

El inicio del curso escolar marcó un punto de inflexión en La Habana. Desde muy temprano en la madrugada las paradas de ómnibus se ven abarrotadas de estudiantes que tratan infructuosamente de llegar a tiempo a su centro de enseñanza y de trabajadores imposibilitados de cumplir con su horario de labor.

Como reza el refrán “en la viña del señor hay de todo” y en la actual situación del transporte no escapan una serie de factores subjetivos que agudizan las ya complejas condiciones actuales.

¿Quién no ha visto cómo a pesar del GPS, supuestamente para controlar mejor, los ómnibus paran donde más se les antoje , deciden seguir la marcha aunque el inspector agite desesperadamente su tablilla o sencillamente se detienen, pero no abren las puertas?

¿Quién no ha visto, además, esas caravanas de guaguas tras casi una hora de espera? ¿Está concebida así la transportación?

Preocupa también el irrespeto a la figura del inspector, quien en muchas ocasiones es la persona sobre la cual la población burlada hace catarsis. ¿Cuántos choferes han sido sancionados por violaciones de la disciplina? ¿Qué sucede con los informes que deben presentar estos controladores?

La impunidad con la cual actúan muchos “dueños” de ómnibus preocupa, porque de hecho es un reconocimiento tácito a la falta de control, e impone la filosofía del dejar hacer ante las dificultades reales que también golpean y abren una lógica irrefutable: ¿Si no cumplen con su función porque no son respetados de que vale mantenerlos?

Duele que mientras estudiantes y trabajadores pujan por llegar a sus centros, durante buena parte de la mañana y la tarde circulen ómnibus vacíos de distintas entidades sin que ninguno de ellos se detenga a aliviar las atestadas paradas.

Cierto, las dificultades objetivas atentan contra la transportación de pasajeros, pero las autoridades del sector, de conjunto con las del Gobierno y las direcciones provinciales están en la obligación de buscar paliativos a tan complicado problema.

Añoramos llegue el día en que se cumpla el eslogan de la empresa del ramo de que trabaja por ofertar el servicio que la población merece, porque eso, en medio de una aguda crisis, duele más que una bofetada.