Desde hace tiempo captó mi interés aquel relato de Joaquín y sus palomas, escrito por José Antonio Fulgueiras Domínguez, el afamado cronista villaclareño, de quien había escuchado pero nunca leído hasta el primer año de Periodismo.
La pasión con la que leyó ante el aula fue tan peculiar que parecía, por momentos, revivir aquellos sucesos tragicómicos. No cesamos ni por un instante de reír, aquello era inevitable y jamás olvidamos que las palomas no ven de noche.
Luego, al finalizar el tercer año de la carrera, me encomiendan la tarea de entrevistarlo. Fui con preguntas clave preparadas. Intenté enfocar la entrevista a puntos específicos de su obra literaria y su labor periodística.
Para mi sorpresa hablamos de más. Entrelazaba una anécdota con otra, me hablaba con pasión del béisbol; de las crónicas de Lezama; la imaginación de García Márquez y la moral del Che Guevara.
Era inevitable no escucharlo. Entre la emoción con la que narraba la anécdota de "Félix Cojones" y las risas en torno al boxeador "Cárdenas", conversamos alrededor de tres horas. Tenía mucho que contar. Fueron más de cuatro décadas consagradas al Periodismo.
Periodismo de Consulta
Fulgueiras, Premio Nacional de Periodismo José Martí en 2023, confía en la intrepidez del reportero para capturar la noticia, y dar el batazo periodístico. Afirma que un periodista, ante todo, debe ser arriesgado.
Cuenta que en Cuba, tras el triunfo revolucionario, existió una fuerte influencia del periodismo soviético, que llevó a consultar todos los trabajos con el Partido y los directores de empresa, el denominado «periodismo de consulta».
En Villa Clara, según Fulgueiras, es una tendencia arraigada que ha resultado imposible erradicar, pues todos procuran «cubrirse las espaldas».
“Hay un viejo proverbio que dice: es mejor aguantar a un loco, que empujar a un bobo, por eso yo respeto mucho a los periodistas que se han abierto camino con su trabajo. Por ejemplo, Abel Falcón, que se ha hecho espacio en los programas de opinión, al igual que Jesús Álvarez López en la agricultura, con un respeto en ese sector y no hay quien se oponga a eso.
“Los directivos de empresa tenían la libertad de poner o quitar lo que no les convenía. Raúl Rodríguez López, secretario del Partido en Villa Clara, decía que cualquiera se hacía una autocrítica, pero ser criticados por la prensa era otra cosa”.
Alega que principalmente con el nombramiento de Díaz-Canel como secretario del Partido en Villa Clara, la apertura de prensa en la provincia permitió al periodista cierta autonomía en su labor.
“Siempre parto de un criterio que me dijo una vez (Jorge) Risquet, el Comandante de la Sierra, y es que desde el triunfo de la Revolución, ningún periodista ha sido agredido físicamente o arrestado, lo que demuestra que esa profesión en Cuba no conlleva riesgos extremos.
“Pero hay que arriesgarse, porque en definitiva esa es la labor, y aunque sea difícil, hay que luchar contra la censura. Para mí el Periodismo debe ser apoyado, ante todo, por el Partido”.
—¿Qué importancia le concede a la literatura y al humor dentro de la profesión?
“Es evidente que un periodismo plano no cautiva al lector. Me di cuenta a través de una de mis crónicas de béisbol. Descubrí que los elementos humorísticos y las imágenes literarias que incorporaba ejercían mayor impacto sobre el público. Esto me llevó a comprender que, para conectar con la audiencia, debía ser creativo”.
Existe un fragmento recordado con afecto por el público referente a su obra “Con el santo claro”, donde se describe de forma peculiar y satírica un encuentro futbolístico entre dos equipos de Cuba en el año 1995.
“El esférico en un loco desafuero rebota desordenado entre tacos y cabezas. Los narradores no pueden hacer nada porque el balón no pertenece a nadie (...) Es un perro jíbaro acosado por 22 hombres y otro vestido de negro que le silbaba para asustarlo”.
“Asesinado Cárdenas en el portal de su casa” es otra de sus polémicas y divertidas crónicas deportivas que causó revuelo en su momento: Asistí a una pelea del boxeador Cárdenas aquí mismo en Santa Clara, quien le dio una “mano de piñazos” a su oponente, pero esto no fue suficiente para lograr la victoria y le dieron la pelea al contrario por ser del equipo nacional. Llegué al periódico y puse ese título. Al otro día fue un escándalo, porque el secretario del Partido se apellidaba igual y todos pensaban que lo habían asesinado de verdad, imagínate, y eso es lo que en realidad recuerda la gente”.
Fulgueiras posee gran talento para la narración. Sus editores reconocen que ha sabido plasmar la literatura en su obra periodística. Refiere que en el proceso de creación es necesario construir paso a paso la estructura del relato y pensar en un buen título. El Premio Nacional de Periodismo aconseja a quien escriba una crónica, que debe iniciar con algo impactante y atractivo para el lector y concluir del mismo modo, en este sentido cultivar la décima lo ha entrenado en darle esos finales «arriba». La crónica y décima poseen una sinergia de las que ambas se nutren.
De igual forma recomienda alejarse de lo trillado y buscar la autenticidad en cada historia, lo que refleja de modo especial en las crónicas y testimonios de guerra: “Un simple gesto del Che: entregar la mitad de su mandarina a Hornedo —guerrillero serio y combativo— como muestra de arrepentimiento al amonestarlo injustamente; para mí, vale más que mil palabras, y es precisamente ese tipo de cosas las que busco para mis crónicas.”
Su interés por el Che y la lucha revolucionaria dentro y fuera del país lo llevaron a descubrir las historias de vida de algunos de los principales hombres que acompañaron a Guevara durante varias gestas, hombres con tales conceptos de la amistad y de la moral que lo inspiran a escribir su libro: “El cronista se firma Che”.
Félix Gómez Peña uno de los hombres que inspiran al cronista, fue un campesino y combatiente de la Sierra, que también protagoniza el relato del Che: "Cachorro asesinado", en el cual este narra cómo bajo su orden, Félix quita la vida a su fiel animal para evitar delatar a la tropa con sus ladridos. Aunque el sentimiento de culpa lo invade, Fulgueiras plasma el sacrifico ante el deber del guerrillero y recrea el hecho magistralmente en su crónica “Félix Cojones”, con la que obtiene el Premio de la Ciudad.
—¿Cómo aprendió a escribir?
“Si te hablo honradamente y esto yo nunca se lo he dicho a nadie, estuve cinco años estudiando Periodismo en La Habana, porque me sentía menospreciado por aquellos que sí habían estudiado, no porque consideraba que eso me iba a enseñar a escribir.
“En realidad aprendí leyendo a los grandes escritores. Vargas Llosa, en su libro ‘La casa verde’ escribe con tal maestría que en un mismo párrafo emplea formas verbales en diferentes tiempos; la técnica de Hemingway para el cuento al utilizar muchos puntos y seguido.
“Disfruto algunas cosas de García Márquez. Por su imaginación ´Cien años de soledad´ y por su narrativa ´Crónica de una muerte anunciada´, pero mi favorita es ‘El amor en los tiempos del cólera’, también disfruto sus reportajes y crónicas. Incluso una de sus frases célebres encabeza mi libro ‘Periodista de provincia’: la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla.
“Me gusta mucho Lezama Lima quien escribió las más hermosas crónicas que he leído sobre La Habana. Al principio no me atraía y fue Pedro de la Hoz, mi mejor amigo, quien me incentivó su lectura, pues según él, para leer a los grandes, había que tener un nivel cultural y cierto grado de madurez. También disfruto a Walt Whitman y a Onelio Jorge Cardoso”.
Todas estas lecturas fueron las que en realidad transformaron al guajiro sagüero en escritor.
—¿Por qué sigue ejerciendo la labor de reportero, no le gustaría dedicarse a la literatura?
“Estoy jubilado y recontratado, pero ya realmente no puedo con el diarismo reporteril, eso tiene su época. Lo que quisiera es dedicarme en gran medida al periodismo literario, sin abandonar la décima con la sección Dímelo cantando en el suplemento humorístico Palante. Tampoco dejar de lado a la poesía. Hice una gira con poetas hace poco tiempo, se llamó: Amor y desamor, acompañados por el Trío Palabras, una actriz, un actor y cuatro poetas, entre ellos, Ricardo Riverón y Manso; fuimos a varias comunidades a leer poesía, y a la gente le gustó, cada vez que tengo tiempo, escribo.
“Empecé por el cuento, aunque me he ido retirando de eso, quizás vuelva a retomarlo. También escribo literatura infantil, tengo muchas publicaciones por la editorial Gente Nueva, también novelas testimoniales. Esto no quiere decir que deje de colaborar, pero el soporte no va a ser el periódico, sino los propios libros, porque la mayoría de mis obras son crónicas y testimonios. Mi libro más leído es Periodista de Provincia, incluso por Díaz-Canel, por las anécdotas humorísticas”.
Para Fulgueiras, el Periodismo ha sido el pilar fundamental de su vida. A pesar de reconocer que su avanzada edad le impide mantener el ritmo frenético que exige la profesión de reportero, se compromete a aportar su colaboración mientras le sea posible.
“Yo me gané el Premio José Martí por periodista y me voy a morir siendo periodista: el machete, como me dicen todos, del periodismo villaclareño”.