El Comandante Pinares entre el hoy y la leyenda

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Martha Gómez Ferrals
1331
02 Junio 2017

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El Comandante Pinares, del Ejército Rebelde, convertido en Marcos en la guerrilla internacionalista encabezada por Ernesto Che Guevara, fue ultimado el dos de junio de 1967 en Peñón Colorado, Bolivia, mientras cumplía una misión de logística acompañado de un combatiente del país andino: Casildo Condoni Vargas.
Con el primer apelativo antes mencionado quedó registrado en la historia el destacado revolucionario que había nacido con el nombre de Antonio Sánchez Díaz el siete de diciembre de 1925 en la zona rural de la occidental provincia de Pinar del Río, en medio de la pobreza y las desigualdades sociales sufridas por la mayoría del pueblo en esa época.
Dicen que le pusieron Antonio por la coincidencia de su llegada al mundo con la fecha de caída en combate del Titán de Bronce, Antonio Maceo. Pero en su comunidad campesina, donde creció como un niño de gran inteligencia natural, vivaz y enérgico lo llamaban cariñosamente Tite.
Temprano comenzó a trabajar la tierra, junto a su familia, y con gran esfuerzo estudiaba. Al vencer el séptimo grado matriculó en la escuela de comercio, al tiempo que cumplía trabajos de campesino y albañil.
El joven que se esforzaba por labrarse una vida mejor, a partir del golpe de estado perpretado por Fulgencio Batista en 1952, se creció como patriota y definió sus convicciones políticas.
Como antibatistiano confeso participa en manifestaciones y algunas acciones de sabotaje.
Sin embargo, no lo envió ninguna célula del movimiento 26 de Julio cuando decidió por voluntad personal indetenible viajar desde Pinar del Río hacia el Oriente del país para incorporarse a la lucha liberadora iniciada en 1956 por Fidel Castro.
A principios de abril de 1957, el joven Antonio después de un segundo intento llegó a la Sierra Maestra y se presentó ante la dirección del Ejército Rebelde. Allí nadie lo conocía, pero su determinación y firmeza fueron posiblemente su mejor carta de presentación.
Al poco tiempo todos empezaron a llamarlo Pinares, el nombre entrañable con que pasó a la historia, por proceder de la provincia
más occidental del país, famosa por los hermosos bosques de coníferas que le dieron nombre.
Su primera tarea de soldado fue cargar la única ametralladora de calibre 30 que existía, debido a que tenía una complexión física
fuerte y buena puntería, ganada en su afición a la cacería desde la temprana juventud. La ametralladora lo acompañó a todas partes
durante todo un año.
Dicen los que le conocieron y fueron sus compañeros de entonces que aún en el campo de batalla mantuvo su carisma y alegría de siempre, aunque su intrepidez y valentía sobresalían sobre todas las cosas.
Con el grado de capitán ganado con gran coraje partió de El Salto, en la Sierra Maestra, en agosto de 1958, como jefe de la
retaguardia de la Columna invasora liderada por el Comandante Camilo Cienfuegos.
El cuatro de enero de 1959 fue ascendido al grado de Comandante del Ejército Rebelde por su heroico desempeño en la lucha insurreccional.
Su entrega a la obra revolucionaria iniciada el primero de enero de 1959 fue total. Ocupó diferentes cargos en las Fuerzas Armadas
Revolucionarias y realizó estudios en escuelas militares que cualificaron sus conocimientos en la especialidad y como oficial de
las FAR.
Fue elegido miembro del primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Llegó a Bolivia el 20 de noviembre de 1966, respondiendo con firmeza al llamado del Guerrillero Heroico para ir a combatir por la
libertad en algún lugar de Nuestra América.
"A mediodía llegaron Marcos y Rolando. Ahora somos seis...", anotaría el Che en su diario.
El 15 de abril apareció la última anotación sobre él en el diario del Guerrillero Heroico. "Se completó el armamento del grupo, asignando la ametralladora 30 a la retaguardia (Marcos), teniendo como ayudantes a los de la resaca".
Dos días más tarde se produjo la división de la guerrilla en dos grupos, y Marcos formó parte del dirigido por Joaquín (Vitalio Acuña), integrado mayormente por enfermos, sobre el cual se desataría una feroz persecución.
Murió hace 50 años, por sus convicciones y el ideal de libertad y justicia que siempre llevó dentro de sí este hijo genuino del pueblo cubano, de alma tan intrépida y natural. Su pueblo no lo olvida.