El acompañante, un drama cubano diferente (+Video)

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Mariateresa Hernández Martínez/ Foto: página en Facebook de Pavel Giroud
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24 Marzo 2016

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El acompañante resulta una de las películas cubanas más recientes que, junto con La Obra del Siglo, Bailando con Margot y Cuba Libre, se preocupa por revisitar el pasado y combinar el testimonio histórico con la manera personal en que sus autores lo perciben.
A la incuestionable franqueza de este filme, súmense virtudes como la capacidad de su director para recrear la época y proponerle al espectador una reflexión que va más allá de sus 104 minutos de duración.
Exhibida en las salas cubanas durante el pasado Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el tercer largometraje de ficción de Pavel Giroud (La edad de la peseta, 2007; y Omertá, 2008) arrasó por estos días con dos premios del público en su periplo internacional por Estados Unidos y Francia.
Reconocido por The Hollywood Reporter como “un drama cubano diferente, ambientado en un entorno completamente distinto al habitual”, el largometraje deviene una de esas películas paradigmáticas del cine nacional generado fuera de la industria.
Al igual que el multipremiado largometraje de ficción La Obra del Siglo pero de forma diametralmente opuesta, El acompañante revisita la década de 1980, época desatendida hasta la actualidad en el séptimo arte caribeño.
Examina el filme los inicios de un decenio en que el mundo comienza a construir distintas teorías sobre el VIH-SIDA y sus posibles causas, con la idea de que era una enfermedad básicamente epidemiológica. La consiguiente desorientación no estuvo ajena a nuestro país, donde los infectados fueron aislados en el sanatorio Los Cocos.
La historia se desencadena cuando Horacio Romero (Yotuel Romero), el más grande boxeador cubano del momento, da positivo en una prueba antidoping y es enviado al sanatorio como castigo. Allí le encargan el papel de acompañante de Daniel (Armando Miguel Gómez), un joven ex combatiente que contrajo el VIH en África.

El trabajo de acompañante consistía en vigilar a los pacientes el día que podían salir del sanatorio, una vez por semana,  sin embargo, hay constantemente en la cinta un intercambio de rol, de acompañante a acompañado,  en la medida en que la relación de los protagonistas evoluciona. Ambos se encuentran en un momento de caída, de desmoronamiento, y el encontrarse es lo que les permite crecer y lograr sus objetivos.
Uno de los valores indudables de la obra proviene de la cuidada ambientación de la época que va desde las jarritas encima de los refrigeradores o el maletín de Horacio, hasta el vestuario de los personajes y sus accesorios o la adecuada selección de las locaciones.
Sin un director de arte en el staff, los excelentes resultados en cuanto a la recreación de los años 80 se los debemos a su ambientadora, diseñadora de vestuario y al equipo de escenógrafos. Del mismo modo la época está dada a través de la música con autores de aquellos años como Ojedita (Rolando Ojeda Vila), Manolo del Valle e Irakere.
En el elenco, destacan las interpretaciones de Yotuel Romero, ex integrante del grupo musical Orishas, quien demuestra que se puede hacer un debut admirable sin haber pasado por  la academia, así como las actuaciones de Armando Miguel, Camila Arteche y Yailene Sierra, de vuelta al cine cubano tras Habana Blues (2005).
La inclusión, la tolerancia, el respeto y la confianza en el ser humano, constituyen temas centrales de esta propuesta cuestionadora y apreciable, aunque en términos generales posea una estructura dramática clásica, acoplada a los cánones del melodrama tradicional, sin dudas un estreno que esperamos poder apreciar en las salas cubanas.