La Doctora en Ciencias Consuelo Macías, actual directora del Instituto de Hematología e Inmunología (IHI), en La Habana, manifiesta con notable orgullo haberle dedicado gran parte de su existencia a esa institución, donde comenzó a trabajar desde que se graduó de médico en 1982.
Significa algo muy importante en mi vida, porque en primer lugar es donde me formé y donde he tratado de satisfacer mi actividad profesional y mis necesidades intelectuales, expresó a la Agencia Cubana de Noticias esta Académica Titular de la Academia de Ciencias de Cuba.
Aquí aprendí a investigar, a publicar, a trabajar proyectos de indagación, y obtuve los mejores resultados con los pacientes que he tratado en los 33 años que llevo en esa institución del Ministerio de Salud Pública, dijo la doctora Macías, una mujer de ciencia y conciencia.
Relata que en el IHI realizó la especialidad de Inmunología, la cual concluyó en 1985 y empezó a trabajar en el Departamento de esa rama, donde posteriormente estuvo al frente.
La Investigadora Titular, Profesora Titular y Especialista de II Grado en 2013 pasó a ser directora del Instituto, al cual califica de una familia, con gran sentido de pertenencia y mucha estabilidad laboral.
Siempre alegre y dispuesta a enfrentar cualquier tarea que se le asigne la doctora Consuelo, como cariñosamente la llama ese colectivo, dedica gran parte de su tiempo, incluido el de su vida familiar, a este centro de investigaciones, de referencia nacional en la especialidad.
Tal sacrificio tiene una recompensa, no solo de índole profesional y personal, sino también en el reconocimiento de nuestros compañeros y colegas, y el cariño que nos brindan cuando ven que trabajamos por obtener mejores resultados y por impulsar nuestra institución, remarcó la entrevistada.
Pero el mayor reconocimiento es el del pueblo de Cuba y de los pacientes, dice orgullosa la doctora Macías, cuyo centro cuenta con 371 trabajadores, de ellos 292 mujeres.
En el ámbito personal, estar unida durante varios años a un excelente médico como es el doctor José Manuel Ballester, ha sido fundamental. Yo siempre he dicho que he tenido tres hombres importantes en mi vida, expresa la catedrática.
El primero fue mi padre, el profesor Ignacio Macías Castro, un médico interno, un clínico reconocido en el país e internacionalmente por las Organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud.
Desgraciadamente falleció hace muchos años, pero puedo afirmar, y con mucha admiración, que fue una de las grandes glorias de la medicina interna del país y por ello en los congresos de esta especialidad en Cuba, el premio que se otorga a la mejor discusión diagnóstica se llama Ignacio Macías Castro in Memorian.
También tuve estrechas relaciones de familiaridad con el profesor José Jordán, un pediatra cubano muy afamado y presidente del Consejo Nacional de Sociedades Científicas.
El profesor Ballester, a quien conocí cuando entré a esta institución, fue mi director durante varias décadas, hasta que yo pasé a dirigirla y en los primeros años de mi vida como profesional no nos unió ningún lazo emocional, confiesa.
Fue siempre mi profesor, al que admiré y respeté, pero no es poco frecuente que los alumnos se enamoren de los profesores y viceversa. Después de haber transcurrido ocho años en el IHI, la labor profesional nos unía más, y surgió el amor, y el amor asociado a la relación de trabajo, sonríe jocosamente.
Pienso que también ha sido importante y ha puesto su grano de arena en mi desarrollo profesional porque es un excelente investigador, un excelente profesor, con una capacidad extraordinaria de trabajo intelectual y sobre todo un hombre lleno de optimismo y de deseos de avanzar; en eso nos parecemos muchísimo, relata la doctora Macías.
Ello ha permitido que juntos hayamos logrado muchas de las cosas que hemos querido, entre ellas una hija, y que tanto él me ha ayudado a mí, como yo en lo que he podido a él, concluye esta mujer dedicada por más de tres décadas a la ciencia por el bien de la humanidad.