De pizzas “perro hot” y otras historias

Compartir

Leydis Tassé Magaña
977
08 Junio 2017

0806-espagueti.jpg

Sin dudas, entre los diversos sitios para complacer el paladar, las pizzerías son uno de los más recurridos, las pastas popularizadas en la ciudad italiana de Nápoles en el siglo XVII tienen millones de adeptos en todo el mundo, y Cuba no es la excepción.
Lo mismo en puntos de ventas de alimentos ligeros, que en un sofisticado restaurante "paladar" o en un establecimiento gastronómico estatal, y a diferentes precios y con ocurrentes nombres, se pueden encontrar en cualquier rincón de la Isla esas delicias cuyo sabor debe estar matizado por un queso y una salsa de tomate respetables.
La ciudad de Santiago de Cuba, que se revitaliza a diario con el concurso de su gente, posee varios lugares donde, bajo la forma de gestión estatal, y a precios módicos, se pueden disfrutar esos platos.

A uno de esos sitios llegué junto a dos primas para satisfacer esos caprichos del paladar, y la joven dependiente, con muy buen carácter y amabilidad - por suerte -, nos indicó una mesa donde emprendimos aquella odisea de la degustación.
Entre una poca variedad de ofertas en la carta, de las cuales en realidad estaban disponibles unas pocas, saltó a nuestra vista una acuñada como “Pizza perro hot”.
Reímos ante el spanglish, quizás acostumbradas a oír “pizza con perro caliente”, o “pizza hot dog”, ese hot dog que de lunes a viernes oímos vociferar a la estrafalaria Marcia y ahora al carismático Félix de la telenovela brasileña Rastros de mentiras, y que algunos trabajadores por cuenta propia, a modo de marketing humorístico, emplean para promocionar sus ofertas culinarias.
Dejamos a un lado la motivación por esa combinación morfosintáctica que, por cierto, altera la gramática inglesa de poner el adjetivo antes que el sustantivo, y llamamos a la dependiente para ordenar.
Ante la excusa de que los espaguetis se habían puesto a hervir en ese mismo instante y que iban a demorar muchísimo, pedimos el plato que nos motivó una carcajada.
Sin comentarios, en primer lugar, larga espera para recibir una pizza que estaba hot, sí, “muy hot”, pero recalentada, y con un
embutido que para nada era perro, al menos el comestible que adjetivan como caliente.
Apartando esa situación, la dureza de la masa, la palidez del puré del tomate, y…, no sé qué palabra utilizar para describir el queso, creo que nuestra experiencia no fue peor que la de una pareja a la cual le llevaron unos espaguetis anémicos, también con tremenda demora.
No olvido tampoco a la señora que, sentada sola en el centro de la pizzería, miraba a su alrededor para ver si lo que había sobre otras mesas era tan malo como lo que había en su plato.
El nombre de la pizzería prefiero obviarlo, por experiencias anteriores y los comentarios de otras personas que han pasado momentos amargos similares sé que es un problema que no es exclusivo de la urbe santiaguera.
Resulta penoso que con tanto trabajo y esfuerzo para lograr esos servicios de calidad que merece nuestro pueblo, en todo los sentidos, se den situaciones como estas en un establecimiento estatal, y no solo en una pizzería, sino también en otros espacios gastronómicos, cuya razón de ser debe ser la satisfacción del cliente.
Creo que, además de la conciencia, la responsabilidad de las personas ante su trabajo y el mínimo de respeto hacia los demás que se aprende desde la cuna, el buen servicio debe depender de mecanismos de control internos y externos más efectivos para proteger al consumidor.

¡Válido que se juegue con los nombres para presentar las ofertas culinarias! ¡Bravo por la innovación lingüística (sin caer en el mal uso del idioma), y cuanta iniciativa venga para bien!, pero con lo que nunca se debe jugar es con el tiempo, el dinero y el paladar ajenos, bajo la sombra de la ineficiencia, la negligencia y la mala
administración.
Espero contar un día una historia diferente sobre una pizza, perro hot, o de otro tipo; así como de unos buenos espaguetis ofertados en mi ciudad en un establecimiento de ese tipo, donde los precios módicos no sean sinónimo de mala calidad.