La dirección de Agostinho Neto fue decisiva en la victoria, a pesar de que el imperialismo yanqui organizó un plan para liquidar a la revolución en Angola y empleó diversos métodos a fin de aplastar su independencia, como el envío de fuerzas regulares de algunos países africanos aliados suyos, mercenarios y elementos sudafricanos.
A pesar de los intentos por exterminar la lucha del Movimiento Popular para la Liberación de Angola, con Neto como máximo líder, el 11 de noviembre de 1975 quedó proclamado el nacimiento de la nueva república africana, tras siglos de coloniaje portugués.
Sin embargo, la paz no reinaría en la nación, porque intereses foráneos, con la complicidad de organizaciones contrarrevolucionarias vinculadas a los colonialistas, a la Sudáfrica racista y a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), planearon revertir la victoria del MPLA y acabar con la independencia conquistada.
Cuba, en cumplimiento de una solicitud de Neto y en nombre del internacionalismo -un sentimiento manifestado en múltiples ocasiones con el mayor desinterés-, aceptó en los últimos meses de 1975 que jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias prepararan en La Habana a los efectivos del MPLA para rechazar la agresión y, si ocurría, asesorarlos durante los combates.
De esa forma comenzó la Operación Carlota, en recordación de una esclava traída a la Isla presuntamente desde tierra angolana en los años de la colonización española, contra la cual ella organizó una rebelión.
Volvieron entonces a revitalizarse los nexos históricos entre Cuba y Angola, porque hacía esa nación partieron miles de combatientes que contribuyeron a preservar la independencia del país africano.
Hijos de la Isla antillana contribuyeron de manera desinteresada, sin que los moviera ningún fin lucrativo ni de beneficios personales, a preservar la soberanía de esa nación, y con su empeño y la sangre derramada por dos mil 106 internacionalistas lograron el desmoronamiento del régimen segregacionista de Suráfrica.
Cuando se desarrollaba esa lucha murió Agostinho Neto, quien no pudo ver la victoria final, pero tenía la convicción de que la independencia de su Patria sería perdurable, aunque hubiera que hacer derroche de valentía y coraje.
La trascendencia de la epopeya librada por miles de nuestros compatriotas que lucharon junto al pueblo angoleño en los 14 años de presencia militar cubana en esa nación africana es significativa.
En Quifangondo, Cabinda, Ebo, Morros de Medunda, Cangamba y Cuito Cuanavale hicieron gala, al lado de los combatientes angoleños, de sus dotes combativas y su heroísmo en enfrentamientos que han pasado a la historia por su alcance.
Como dijera el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, al resumir la velada por el entierro de los restos de los muertos en la guerra de Angola durante la Operación Tributo, los que allí cayeron lo hicieron por los humildes de África y de todas partes y por nuestro pueblo, por nuestra Revolución.
La independencia de Angola y su constitución en República constituyeron un decisivo paso de avance en el proceso de la liberación total de África de sus explotadores colonialistas y neocolonialistas.