Ciudad de Matanzas: nuevos aires en la Atenas de Cuba

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Roberto Jesús Hernández Hernández|Foto|Archivo
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16 Febrero 2016

 

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Nuevos aires parecen soplar hoy en la ciudad de Matanzas, justo al cumplirse 156 años de que mereciera el epíteto de Atenas de Cuba, mientras crecen expectativas en la rehabilitación de sus principales íconos patrimoniales para preservar la memoria, y fomentar el turismo cultural.

  Luego de reabrir las puertas del antiguo Liceo Artístico y Literario local, ahora como Sala de Conciertos José White, apasionados de la primera urbe moderna de la Isla se permiten soñar con el fin de décadas de abandono, que pesan todavía sobre lo más valioso de su Centro Histórico.

  Fue el intelectual Rafael del Villar quien rebautizó a la ciudad comparándola con la polis griega, el 17 de febrero del año 1860, en la primera ubicación del Liceo que él dirigía, donde sus asiduos aplaudieron la feliz propuesta, orgullosos de su estirpe criolla frente a los asistentes al Casino Español.

  El tortuoso via crucis del local, que fue sede de la institución desde 1861 y vio nacer al primer danzón creado por Miguel Faílde, terminó para bien de los amantes del arte tras más de una década de accidentada restauración, aunque otras muchas edificaciones no tuvieron tanta suerte.

  A más de tres siglos de historia se conserva todavía la esencia de la “matanceridad”, en un escenario donde prosperaron por igual las expresiones tangibles y espirituales de una región, que floreció gracias al comercio y la economía de plantación esclavista, con su punto álgido en la centuria decimonónica.

Tan sólida como el patrimonio edificado, es la impronta de intelectuales, artistas, arquitectos, ingenieros, comerciantes y muchas otras figuras de la talla de José Francisco Milanés, Gabriel de La Concepción Valdés –Plácido-, Domingo del Monte, Jules Sagebien, Celestino del Pandal...

  Algunos testigos del esplendor que motivó comparaciones con la Atenas en tiempos de Pericles, son las dañadas casas-almacén, tipología exclusiva de la arquitectura doméstica local, el ya ruinoso Hotel El Louvre, y la Biblioteca Gener y Del Monte, con sus puertas cerradas desde hace varios años.

  De la mano de una joven Oficina del Conservador de la Ciudad, llegan nuevos proyectos para salvar plazas, museos, calles, viviendas, fortalezas, monumentos, iglesias, teatros, puentes y colecciones, entre otros muchos elementos de notable valor.

  Proteger y rehabilitar las plazas principales, la de La Vigía y el Parque de La Libertad, además de las calles que las conectan, se revela entre las prioridades de los patrimonialistas en esta urbe de ríos y puentes, localizada a unos 100 kilómetros al este de La Habana.

  Rescatar entorno de los ríos Yumurí y San Juan, devolver su apariencia de época a arterias adoquinadas solo para la circulación de transeúntes, y sanear la amplia y profunda bahía citadina apta para recibir buques de gran calado son, por ahora, solo deseos que apuntan hacia un turismo sostenible.

  Mientras se cultive en Matanzas la cultura en sus múltiples aristas, será justo compararla con la griega Atenas, solo resta esperar que algo de suerte y voluntad se unan por fin para salvar de la desaparición a la ciudad neoclásica de Cuba, y su acrópolis.