Causa 37, relevante proceso judicial en la historia de Cuba

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ACN - Cuba
Aída Quintero Dip | Foto: Archivo
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19 Septiembre 2025

   Quién no ha vibrado de emoción ante el impactante contenido de La Historia me Absolverá, uno de los documentos más reconocidos por el valor humano, testimonial y de denuncia, impresionante por sus argumentos y las acusaciones que entrañaba, nacido a raíz del ataque al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, la audaz acción protagonizada por la Generación del Centenario.

   Su principal artífice, Fidel Castro, hizo enmudecer a los adversarios en el juicio por aquel suceso, el 16 de octubre de 1953, al enunciar: “De igual modo se prohibió que llegaran a mis manos los libros de Martí; parece que la censura de la prisión los consideró demasiado subversivos. O será porque yo dije que Martí era el autor intelectual del 26 de Julio?"

   Como perspicaz abogado y un coraje fuera de lo común remarcaba: "¡No importa en absoluto! Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos”.

   Ahora se cumplen 72 años de aquel acontecimiento, ya que el 21 de septiembre de 1953 comenzó uno de los procesos judiciales considerados más relevantes de la historia de Cuba en el Palacio de Justicia de Santiago de Cuba, antigua provincia de Oriente, donde se realizaron las vistas de la Causa 37 de 1953.

   En total fueron juzgadas 132 personas, de quienes 109 comparecieron, entre los sobrevivientes de la heroica gesta y de la masacre emprendida el propio 26 de julio y días posteriores e, incluso, otras acusadas que no participaron directamente en las acciones, pero el gobierno aprovechó la oportunidad de vincularlas con estos hechos por disímiles motivos, para incriminarlas.

   A principio de octubre concluyó el proceso contra la mayor parte de estos hombres y mujeres, símbolos de la lucha frente al gobierno de Fulgencio Batista, pero el acusado Fidel Castro únicamente pudo asistir en dos ocasiones a las vistas, ya que el régimen arreció la incomunicación en su contra.

   Cuando llevaba 76 jornadas de estar en esa situación, terminó el proceso seguido contra el líder del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, para lo que escogieron de escenario una sala de enfermeras del otrora hospital Saturnino Lora, convertida en tribuna para el joven e intrépido jurista.

   No era la primera vez que Fidel asumía su propia defensa; en diciembre de 1950 lo hizo ante el Tribunal de Urgencia de la Audiencia de Santa Clara, como parte de la Causa 543, cuando se le acusaba de promover desórdenes públicos y de provocar una manifestación estudiantil frente al gobierno en la ciudad de Cienfuegos. A meses apenas de recibir su título de Doctor en Derecho puso a prueba sus habilidades profesionales y resultó absuelto.

   Para la Causa 37  actuó en circunstancias diferentes y en medio de irregularidades, porque además de estar  incomunicado no se le permitió el diálogo en privado con su abogado, el decano del Colegio de Abogados de Santiago de Cuba, el doctor Jorge Pagliery, a quien tampoco se le posibilitó acceder al sumario de la causa.

   Fidel aprovechó muy bien el aislamiento que le sirvió para preparar un alegato de autodefensa que más allá del valor jurídico que entrañó, resultó un verdadero discurso de denuncia y presentación de un programa político de lo que luego sería el Movimiento Revolucionario 26 de Julio.

   Entre los aspectos más tratados en su exposición sobresalieron pormenores en torno a los preparativos y realización del asalto a los cuartales Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, una verdadera proeza que significó el reinicio de la lucha emancipadora de la nación.

   Se pronunció en su sui géneris autodefensa sobre la muerte y torturas que sufrieron numerosos combatientes, y reveló las irregularidades del proceso seguido contra él y los demás asaltantes.

   Y con respecto a cuestiones que dominaba muy bien y había sentido en carne propia, señaló: “La mentira, falsedad, hipocresía, convencionalismos y cobardía moral en que se basa la burda comedia que, desde el 10 de marzo y aun antes del 10 de marzo, se llama en Cuba justicia”.

   Con igual vigor acusó a Batista de pisotear la Constitución de 1940 e instaurar un gobierno de facto: …”la dictadura que oprime a la nación no es un poder constitucional, sino inconstitucional; se engendró contra la Constitución, por encima de la Constitución, violando la Constitución legítima  de la República. Constitución legítima es aquella que emana directamente del pueblo soberano”, subrayó.

   Insistió en la necesidad de instaurar el orden constitucional y solucionar los problemas más apremiantes del país, con lo cual desmintió la aparente legalidad de la gestión gubernamental y expuso las directrices esenciales de lo que sería un gobierno revolucionario que respondiera al pueblo.

   Uno de los aspectos más impactantes de la exposición fue reivindicar la figura de José Martí como autor intelectual del asalto a la segunda fortaleza militar del país, pues en su encierro se le prohibió acceder a las obras del más universal de los cubanos, lo que no impidió que su ideario sirviera de guía a los protagonistas de la epopeya.

   Tampoco la manipulación de la opinión pública pudo frenar que la verdad sobre el juicio y la declaración de Fidel trascendieran. La Historia me Absolverá se reprodujo y distribuyó como uno de los documentos más subversivos contra la tiranía, la base programática de la Revolución victoriosa en 1959.

   A 72 años de aquel suceso y en tiempos tan complejos, el reto tiene que ser necesariamente perfeccionar los modelos nuestros y como árbol afincarnos a esta tierra irredenta de plena soberanía, con la mirada puesta en el avance de la economía, el crecimiento social, la dignidad nacional y el ejercicio de la virtud.