La Habana, 3 jun (ACN) En una tarde de calor denso y cielo encapotado, cuando las congas estallaban en las gradas del estadio Julio Antonio Mella, un destello veloz surcó la tierra roja del bosque tunero: Rodolexis Moreno, la Centella Trinitaria, quien abrió el juego hoy como se abren las gestas memorables, con un triple que partió el alma del silencio.
Fue el primero en pararse en el plato, en mirar a los ojos a toda una provincia desesperada por cambiar su suerte y en demostrar que los Tigres de Danny Miranda vinieron a arrasar, no a resistir.
Su batazo —un látigo de precisión quirúrgica—, se internó en los rincones del jardín derecho, mientras las gargantas tuneras apenas comenzaban a tomar aire.
Así comenzó este martes la caída de los Leñadores de Las Tunas, que tras dos reveses en el Cepero, confiaban en su invulnerabilidad casera para revertir la historia.
Pero la historia, esta vez, la estaba escribiendo una manada de Tigres.
Moreno anotó la primera, empujado por el mítico Frederich Cepeda, quien tuvo una jornada casi perfecta (4-3), y siguió sembrando caos desde la discreción, como lo ha hecho durante ocho series nacionales: con constancia, sin alardes, con más de 600 hits que casi nadie recuerda contar, pero que son columnas en las victorias.
En el quinto episodio, cuando Ciego mandaba 3-1 gracias a otro cañonazo sideral de Dennis Laza —su tercer jonrón en esta final—, Rodolexis volvió a encender la chispa; esta vez no con un batazo, sino con un toque magistral, ejecutado con la elegancia de quien entiende que el béisbol es un arte más que una guerra.
Se embasó, desequilibró al rival, y luego se desató una ofensiva de cinco carreras que sentenció el encuentro.
Mientras el cielo seguía encapotado y el sudor empapaba a los miles de testigos del drama, Rodolexis Moreno, que no pega muchos jonrones, ni necesita hacerlo, se fue haciendo gigante desde las sombras.
Acumula ya cinco hits en la final, luego de haber sumado siete en la anterior instancia; y cada uno de ellos —ya sea sencillo, triple o toque—, lleva la carga emocional de quien sabe que es el engranaje sin el cual la máquina no arranca.
No fue una decisión cualquiera la de Danny Miranda al pedirlo como refuerzo, sino una jugada maestra como las otras, una lectura de oráculo, porque Rodolexis no grita, no exige portadas ni aplausos; él produce, anota, empuja desde el silencio.
En un equipo lleno de figuras, Moreno es la arteria por donde fluye la chispa inicial, el hombre proa, el rayo que no se ve venir.
Los Tigres vencieron 9-5 a unos Leñadores que hoy perdieron más que un partido. Perdieron la fe que solo el Bosque Encantado podía otorgarles, y la Centella Trinitaria fue el relámpago que los desvió del sendero de una remontada que cada día está más lejos.