La Habana, 11 nov (ACN) La entrega de semillas de col, lechuga, remolacha y zanahoria en los municipios de Guantánamo, Niceto Pérez y Caimanera, donadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), permitió iniciar de inmediato la siembra en unidades de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, informó Yoanda Kindelán, directora de ese programa en la provincia.
Según la página web del Ministerio de la Agricultura (Minag), la funcionaria declaró que los municipios más afectados por el huracán Melissa fueron Guantánamo, Niceto Pérez, Caimanera, Yateras y El Salvador, y que la meta es avanzar en la recuperación mediante cultivos de ciclo corto para garantizar alimentos frescos a la población.

En Santiago de Cuba, Arturo Clavel Durán, representante del programa, señaló que los nueve municipios sufrieron graves daños en casas de cultivos semiprotegidos, organopónicos, huertos intensivos y parcelas, cuya rehabilitación constituye tarea prioritaria.
El directivo añadió que existen zonas incomunicadas donde aún no se han podido cuantificar los daños.
En Granma, Yurien Valdés González, jefa del departamento de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, explicó que los 13 municipios reportaron afectaciones en semilleros, cultivos de la campaña de frío e instalaciones, aunque cuentan con semillas de pepino, pimiento, zanahoria, acelga y lechuga donadas por la FAO para reiniciar la siembra.
La Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar se desarrolla en Cuba desde 1987 por indicación del General de Ejército Raúl Castro Ruz, con el objetivo de generalizar el cultivo de hortalizas en canteros enriquecidos con abonos orgánicos y tecnologías eficientes.
Especialistas del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y el Minag destacaron que la recuperación agrícola tras el huracán tiene repercusión directa en la seguridad alimentaria y en el empleo rural, pues garantiza ingresos y estabilidad a miles de familias vinculadas a la producción.
La urgencia de volver a sembrar, precisaron, responde a la necesidad de asegurar en el menor plazo posible la alimentación de los damnificados y de la población, lo que convierte a los cultivos de ciclo corto en una prioridad nacional.
