Guantánamo, 3 jul (ACN) Desde sus tareas sindicales y en la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR), organización que por estos días desarrolla el proceso orgánico rumbo a su Tercera Conferencia Nacional, la guantanamera Marta Tabera Cobas contribuye al mejoramiento de su tierra.
Lleva a cuestas una trayectoria laboral de 40 años en el sector de la salud, en el cual comenzó en 1981, en el Hospital Pedro Agustín Pérez, y luego se trasladó al Hospital General Doctor Agostinho Neto, como ayudante de lavandería, recuerda.
Lo del sindicato llegó como gesto de confianza de sus compañeros, que la seleccionaron para dirigirlos por su enorme sensibilidad, “cada vez que veía a alguno llorar por alguna medida disciplinaria que consideraban injusta, los defendía”.
Cuenta Martha que siempre le gustó esa labor política e ideológica del movimiento obrero, “no era defensora de lo mal hecho, al contrario, primero debía hacerse una labor primaria desde la administración, pero no siempre sucedía así", añade sobre su lucha por la justicia laboral, que la llevó a integrar el órgano de base, donde mediaba en conflictos entre trabajadores y sus superiores.
El Hospital Pediátrico Pedro Agustín Pérez de la ciudad también fue testigo de su defensa de los derechos laborales y cuando reingresó en 1987, combinó esa fortaleza con su labor como custodio, pues veía muchas injusticias que, en ocasiones, se cometían contra el trabajador y la eligieron secretaria de la sección sindical, en un camino que la llevó a formarse como jueza lego.
Pero Marta no se limitó al ámbito sindical, comenzó a comunicar trabajos, tareas sindicales, administrativas y eventos a través de la radio base del hospital, lo cual fue del agrado del colectivo; además, descubrió su faceta como innovadora durante el Período Especial, al crear flores artificiales con materiales reciclados de plástico, como envases de champú.
"Las presenté en el Encuentro de Mujeres Creadoras y obtuve el primer lugar, no había otras flores, estábamos en tiempos de escasez y aquello alegró a muchos, entonces comencé con esa creatividad”.
A partir de ahí, se adentró en la labor con los innovadores, tanto que en 1993 llegó a ser representante de la ANIR en el centro, y en los años siguientes, escaló a otros cargos, hasta formar parte del Comité Provincial de esa asociación y se sintió más comprometida con la tarea.
"Visitaba los centros, los municipios, y me involucraba con los innovadores para poner en función el talento creativo, porque innovar es crear algo novedoso, nuevo y útil para el bienestar de otras personas, y en el sector de la salud, es fundamental para una mejor atención al paciente", añadió la también técnico medio en gestión documental.
"El movimiento de innovadores me ofreció la razón de ser, la ANIR te adentra a conocer hasta un tornillo, a ver que un innovador tiene problemas y la necesidad de que se le pague su estimulación, es cuestión de convencer, de que su trabajo creativo es útil, y así lo hacen en lavandería, en mantenimiento, donde arreglan la central de esterilización, o en la cocina, donde reparan la freidora y otros equipos", añadió.
Relató cómo en una ocasión organizó a los innovadores para reparar una marmita con fugas que afectaba la cocción de los alimentos, “les conseguí merienda, cada uno aportó lo necesario—pinzas, tornillos, tuercas—y lo arreglamos, mejoró la alimentación de todos y reafirmó nuestro compromiso con la calidad del servicio en el hospital infantil, nuestro 'viejo espigón'", dice.
Evoca que durante la COVID-19, diseñó un equipo con pedal para lavarse las manos y evitar contagios al tocar aquellos pomos que se usaban, lo creó con madera y ligas, aunque fue donado a la Escuela de Arte, "eso lo agradeció el pueblo guantanamero, los trabajadores y las visitas que llegaban a nuestra institución".
"También me preocupaba por la creatividad en otro sentido, los trabajadores se jubilaban y no tenían nada que llevarse como recuerdo, por lo que diseñé un logotipo para que lo conservaran, tanto ellos como algunas personalidades que visitaran la institución", detalló.
Son 40 las innovaciones de Marta registradas, "todas pagadas, y yo también me preocupaba como representante de que a mis compañeros les retribuyeran las suyas, porque ese reconocimiento económico es la primera estimulación que tienen los trabajadores", sostiene con firmeza y su característica justicia.
Lleva 12 años como vanguardia nacional, y reconocimientos de mejor trabajadora del centro, mejor representante de la ANIR y del país en el sindicato de la salud, entre otros lauros que validan su contribución a la provincia.
A sus 61 años, sigue activa: "me jubilé, pero volví un año más, esto me da vida, la ANIR me compromete, me rejuvenece", confiesa entre risas, su familia es otro pilar: su hija es médico y su hijo, ingeniero biomédico, ambos su orgullo y motivación para seguir adelante.
Sorprende al preguntarle por el proyecto al que más se ha entregado y Marta responde emocionada: "la unidad, mis compañeros, el amor que nos une como equipo y familia, eso me da ánimo: la ética, la comunicación, apoyar al que enferma, escuchar sus problemas y decirles: 'tranquilo, esto se resolverá', esa es mi mayor satisfacción, mi proyecto de vida", concluyó con una sonrisa, que refleja décadas de entrega al pueblo guantanamero.