Santiago de Cuba, 29 oct (ACN) La noche del paso del huracán Melissa por el oriente cubano será recordada como una de las más largas y estremecedoras de los últimos tiempos: entró por la zona de El Francés, en el municipio de Guamá, y desde allí comenzó a desplegar su furia sobre Santiago de Cuba, con vientos intensos y lluvias persistentes que aún hoy dejan rastros visibles en la geografía y en el alma de sus habitantes.
Las pérdidas aún se contabilizan, pero ya se dibuja un mapa de afectaciones que habla de la magnitud del fenómeno.

En la cabecera provincial, el espacio comercial Zona+ sufrió daños en su cristalería, mientras que las inundaciones alcanzaron puntos neurálgicos como la Avenida Patria, la Plaza de la Revolución, la Fábrica de Aceite y la Avenida de las Américas, en tanto la Universidad de Oriente reporta daños en varias de sus instalaciones.
Los fuertes vientos afectaron cubiertas, tendido eléctrico y telefónico, y se reportan 241 comunidades incomunicadas, donde residen más de 140 mil personas, según valoraciones preliminares de los daños en la provincia, donde fueron evacuadas 284 mil personas.
Se incrementó el caudal de los ríos en Segundo y Tercer Frente, y en Songo-La Maya, mientras en Contramaestre se reportan vías obstruidas.
En el poblado de El Cobre, la crecida del río provocó la pérdida de operatividad del puesto de mando y afectaciones en la Casa de Cultura y la zona de Melgarejo; los deslizamientos de tierra en la Loma del Cimarrón dejaron atrapadas a 17 personas en una vivienda, entre ellas, niños y ancianos, por lo que un equipo de rescatistas trabajó sin descanso para garantizar su seguridad, en medio de condiciones adversas.
Palma Soriano enfrenta una situación crítica: la presa Charco Mono está completamente desbordada, en menos de una hora se acumularon más de 150 milímetros de agua, lo que puso en alerta a las autoridades locales por el riesgo de nuevas inundaciones.

En Contramaestre, la carretera hacia Los Negros permanece bajo agua, mientras la lluvia no cesa; la demarcación de Segundo Frente también registra un alto nivel de inundación, con varias zonas incomunicadas, mientras en San Luis, el polo productivo de Poza Blanca está completamente anegado, lo que compromete la actividad agrícola y el sustento de muchas familias.
Melissa no solo dejó daños materiales, dejó también una estela de angustia, de incertidumbre, de noches sin sueño y de corazones en vilo; pero en medio del dolor, también se alzaron gestos de solidaridad, manos que ayudaron, voces que consuelan y brigadas que ya trabajan sin descanso para devolverle a Santiago su ritmo, su luz, su esperanza.
La joven médico santiaguera Claudia Fernández, aún con el rostro marcado por el cansancio, dijo haberse sentido agobiada, pero agradecida por estar viva y por la buena preparación del pueblo.

No nos cogió desprevenidos, refirió en su testimonio que refleja la mezcla de tensión y alivio que vivieron muchos durante la emergencia.
Por su parte, Tania Ramos, vecina del municipio cabecera, relató que se evacuó en casa de una amiga, ante la vulnerabilidad de su hogar.
Fue difícil tomar la decisión, pero la solidaridad entre vecinos hizo que todo fuera más llevadero, no estuve sola ni un instante, manifestó con voz serena, pero aún conmovida.
La naturaleza golpeó fuerte, pero la respuesta humana ha sido más fuerte aún; Santiago de Cuba, con su historia de resistencia, vuelve a demostrar que ante la adversidad, la unidad y el amor por la tierra son las mejores herramientas para reconstruir, porque después de Melissa, vendrá el sol y con él, la certeza de que juntos, siempre se puede.
