Universidad de La Habana: casi 300 años de luz

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Marta Gómez Ferrals | Foto Internet
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21 Septiembre 2016

El Siglo de las Luces  se afincaba en su tiempo cuando se fundó, el cinco de enero de 1728, la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana.

   El Siglo de las Luces  se afincaba en su tiempo cuando se fundó, el cinco de enero de 1728, la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana.
    Una bula papal de 1721 había autorizado su creación, pero las condiciones solo cristalizaron, tras recio empeño de los sabios y organizadores criollos, varios años después.
    Si mucho o poco tuvo que ver en el suceso el movimiento iluminador por entonces irradiado desde Europa, que dotaría de un absolutismo ilustrado a la metrópoli y sus colonias, no viene al caso hablar de ello ahora, aunque es un tema interesante.
   En cambio resalta que la fundación del centro docente en el
convento de  San Juan de Letrán,  a cargo de frailes dominicos de la Orden de los Predicadores, marcó un hito trascendental en el desarrollo sociocultural y político de la Mayor de las Antillas.
    No fue hasta el 23 de septiembre de ese mismo año en que la Corte emitió oficialmente el veredicto aprobatorio de la institución, nacida el cinco de enero.
   Fray Tomás Linares del Castillo resultó el primer rector del primer centro de estudios superiores de Cuba, a la vez, uno de los pioneros de América.
  Las primeras facultades fueron las de Artes y Filosofía, Teología, Cánones, Leyes y Medicina.
   En los tiempos iniciales se destacó  un importante catedrático:
Tomás Romay, autor de investigaciones medulares en el campo de la medicina y la biología y hacia 1850,  en el transcurso de un proceso de reformas, la Universidad de San Gerónimo de la Habana pasó a ser una institución laica, por lo que se nombró Real y Literaria Universidad de La Habana.
   Consta que durante esa etapa la institución estimuló el trabajo científico. La creación del Museo de Historia Natural representa uno de los logros, en tanto que el jardín botánico nacional pasa a su subordinación. Entonces, en su competencia estaba la enseñanza de Jurisprudencia, Medicina, Cirugía y Farmacia.
   Ya en los comienzos del siglo XX,  con el plan  Varona, ideado por el renombrado y eminente pedagogo Enrique José Varona, fluye y se desarrollan las más modernas ideas docentes de la época.
   Pero las condiciones estructurales del edificio de San Juan de
Letrán fueron haciéndose insuficientes y en  1902 empieza el traslado de la Universidad a la colina de Aróstegui,  en El Vedado,  lo que hoy en día se le conoce como la colina universitaria.
   En esta época comienza también una importante etapa de su historia; ocurren acontecimientos claves como la fundación de la Federación Estudiantil Universitaria.
  Durante la primera mitad de la propia centuria, la Universidad de La Habana fraguó su leyenda como entidad vinculada y protagónica del despertar de la conciencia patriótica nacional y el renacer del combate revolucionario.
   Si antes cursaron por sus aulas quienes fueron fundadores como Carlos Manuel de Céspedes, Enrique Bachiller y Morales,  e Ignacio Agramante; en la pasada centuria se inscribieron allí los nombre de Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Raúl Roa, José Antonio Echeverría y Fidel Castro Ruz, en un orden más bien cronológico, aunque faltan
muchos más.
     Desde la simbólica escalinata presidida por el Alma Máter, pertenecientes a esta entidad que desde 1978 fue declarada Monumento Nacional, la histórica Generación del Centenerio salió una memorable noche de enero de 1953 a rendir tributo al que sería el autor intelectual del asalto al Moncada, José Martí.
  El  Aula Magna constituye otro de los recintos sagrados de la
institución, pues allí reposan los restos del pensador cubano Félix Varela y es un sobrecogedor escenario para la condecoración y estímulo de egresados ilustres, intelectuales, científicos de Cuba y personalidades prestigiosas y sabias del mundo.
   Un hecho  trascendental en la historia de la Casa de Altos Estudios fue el asesinato de ocho estudiantes de medicina en 1871, acusados con pruebas y testimonios falsos por el colonialismo español.
   El monstruoso crimen generó una de las tradiciones, quizás la más bella y sentida, que realizan cada año los universitarios el 27 de noviembre, una peregrinación en homenaje de los jóvenes mártires, emblema de lo más puro y noble de la juventud cubana de todos los tiempos.
  Este 23 de septiembre también se recordará la graduación de la primera mujer egresada del centro superior, la doctora en medicina Mercedes Riba.
  Se pudiera hablar  durante horas sobre los valores arquitectónicos del recinto universitario,  que hoy tiene más de 20 facultades.
   Y sobre sus tesoros patrimoniales. El arte encerrado en sus muros, pinturas, escalinata majestuosa, la soberbia escultura de la Madre Nutricia o Alma Mater, plazas, salas teatro, biblioteca, edificaciones, claustros profesorales. Y ese ambiente de tanto tiempo joven que no muere. Tanta luz.