Cuando se conmemora este 15 de mayo en Cuba el aniversario 70 de la excarcelación de Fidel y los moncadistas del Presidio Modelo, se recuerda que en la entonces Isla de Pinos, donde soplaban vientos de dominación extranjera, un joven llamado Jesús Montané Oropesa decidió que la historia no pasaría de largo sin su lucha.
En el American Central School, donde la bandera estadounidense ondeaba en solitario, Montané comenzó su primer acto de resistencia: lograr que la enseña cubana compartiera el cielo con la de la potencia ocupante. La victoria de su iniciativa no solo quedó en la oralidad de los pineros, sino que también marcó el inicio de un camino sin retorno.
Los ideales revolucionarios lo llevaron a escenarios más definitivos. En La Habana, entre cuentas y balances como tesorero de la General Motors, encontró en Abel Santamaría un compañero de combate. Juntos, en el café “Detroit”, de la calle Humboldt, moldearon sueños de una patria redimida, conversaciones que se hicieron cada vez más urgentes después del golpe militar de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952.
Para Montané, y otros tantos jóvenes revolucionarios, el cuartelazo fue una llamada apremiante a la acción. Entre conspiraciones y debates en la Necrópolis de Colón, nació un nuevo camino: la formación de "El Movimiento", el embrión de la gesta que cambiaría la historia cubana.
Bajo el seudónimo de “El Canino”, desde las páginas del clandestino periódico El Acusador, Montané se convirtió en una de las voces movilizadoras de conciencia de la lucha, hacía falta fertilizar el terreno para lo que sería el asalto el 26 de julio de 1953 a los cuarteles Guillermo Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
La madrugada de la Santa Ana lo encontró entre los combatientes decididos a tomar la posta tres del recinto militar, pero el factor sorpresa falló.
Tras el juicio resultó condenado a 10 años de reclusión en el Presidio Modelo, de su natal terruño, hasta que el 15 de mayo de 1955, la presión popular logró su liberación y la de sus compañeros, y el exilio en México fue el siguiente destino.
No pasó mucho tiempo antes de que volviera a desafiar la historia. Como uno de los 82 expedicionarios del yate Granma, enfrentó el temporal durante la travesía y el fuego enemigo en las costas de Oriente. Capturado tras el combate en Alegría de Pío, lo enviaron nuevamente al Presidio Modelo hasta el triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959.
En la Cuba revolucionaria, él desempeñó múltiples responsabilidades, desde alcalde de su ultramarino territorio hasta ministro de Comunicaciones. Fundador del Grupo Nacional de Termalismo en 1989, dedicó sus últimos años al bienestar de su pueblo. El 7 de mayo de 1999, cerró los ojos para siempre, y dejó un legado de combate, resistencia y de lealtad a la causa que abrazó desde la juventud.
La historia de Jesús Montané Oropesa es el testimonio de una vida entregada a la lucha por una Cuba soberana. Desde la bandera izada en su colegio hasta su lugar en la Revolución, cada paso fue una batalla, cada decisión una victoria en la memoria de un pueblo.