Una mujer feliz y realizada en el laboratorio

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ACN - Cuba
Eileen Esther Molina Fernández | Foto: de la autora
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28 Noviembre 2025

    El laboratorio del Hospital Universitario Docente Gustavo Aldereguía Lima, en la ciudad costera de Gibara, Holguín, es la segunda casa de Melvys Sablón García y en ese lugar desarrolla su faceta de microbióloga y se vuelve una mujer feliz y realizada.

    Aunque estudiar esa carrera significó un enorme sacrificio, ella disfruta del cariño de sus pacientes y compañeros de trabajo de ese centro asistencial, cuya nueva ubicación ofrece mayor confort para el ejercicio de la especialidad.

     De sus años como estudiante en la sede de la Universidad de Ciencias Médicas Frank País García, localizada en el propio municipio de Gibara, recuerda la preparación de sus docentes y la fascinación inmediata que tuvo por la microbiología clínica.

     Sus méritos como alumna de esa institución la llevaron a cursar esa rama de la Medicina directamente en el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, una de las modalidades encaminadas a potenciar la formación de jóvenes médicos en el territorio.

    Como uno de los mayores premios a su sacrificio y desvelo,  Melvis calificó su tránsito por un año en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, en La Habana, donde pudo aplicar los conocimientos adquiridos.

    Allí conoció a científicos notables, entre ellos la doctora María Guadalupe Guzmán, y describió esos 12 meses como una fuente invaluable de conocimientos sobre enfermedades, incluso erradicadas en Cuba y objeto constante de estudio para los especialistas.

    En su tránsito entre Gibara, Holguín y La Habana, creció al punto de convertirse en una gran mujer y profesional ya graduada tras detectarse los primeros casos de COVID-19 en esos dominios orientales.

   Durante esa etapa confiesa que no le fue fácil mantenerse lejos de su hogar y familia, enfrentó momentos muy duros durante el azote de la pandemia pero, a la vez, encontró una familia entre profesores y colaboradores.

   En esos días, relató a la Agencia Cubana de Noticias, surgieron amistades para toda la vida, aunque resultó un periodo difícil y también, lleno de experiencia, aprendizaje y crecimiento personal y colectivo, en medio de las dificultades generadas por la enfermedad.

    Un verdadero reto consistió en la combinación del trabajo y la satisfacción de ser madre de una niña de 12 años, pues los microbiólogos suelen ser exigentes y meticulosos con la limpieza y el orden, sin embargo cuando hay amor se pueden desarrollar ambas cosas sin dificultad.

    Entre las cuatro paredes del laboratorio, esta joven doctora encontró su realización como especialista y, aunque pasar la vida con los ojos detrás de un microscopio puede resultar rutinaria, para ella constituye una expresión de máxima de felicidad.

     Hoy, el Hospital Gustavo Aldereguía Lima vuelve a abrir sus puertas a Melvys, el laboratorio le brinda éxitos profesionales y es feliz por la oportunidad de poner la carrera que tanto ama al servicio de la humanidad.