Levantamiento de Santiago de Cuba y de sus bravos hijos

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ACN - Cuba
Aída Quintero Dip | Foto: Archivo
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28 Noviembre 2025

   A Santiago de Cuba le cabe el alto honor de ser protagonista de hitos en la historia de la nación, que forjaron las tradiciones de lucha del pueblo y pusieron a prueba el coraje de una legión de jóvenes que prefería morir antes que vivir bajo la ignominia de regímenes como el de Fulgencio Batista en la década del 50 del siglo XX.

   Uno de los hechos que perviven en la memoria de los cubanos es el alzamiento de la legendaria ciudad hace ya 69 años, el 30 de noviembre de 1956, liderado por el líder clandestino Frank País García, en quien Fidel depositó toda su confianza dada su valentía, firmeza e integridad, y poseer el don de saber aglutinar a las fuerzas patrióticas en pos de los más nobles propósitos.

   Mientras el Granma navegaba con su valiosa carga de expedicionarios desde México hacia las costas cubanas, intrépidos revolucionarios vistieron a la urbe oriental por primera vez de verde olivo, para apoyar el desembarco encabezado por Fidel Castro, quien desde el asalto al Cuartel Moncada trabajó en los afanes libertarios.

   Ese día resultó glorioso para la Patria, por lo cual nunca podrá hablarse de fracaso, sino de cuestiones fortuitas, como el mal tiempo y otros inconvenientes, que impidieron que las dos acciones sincronizaran como se había previsto.

   El yate Granma arribó a un lugar conocido como Los Cayuelos, cercano a Playa Las Coloradas, en Niquero, otrora provincia de Oriente, el 2 de diciembre de 1956, fue una clara expresión de la disposición contra viento y marea de conquistar la soberanía nacional.

   Según reseña la historia, tras el descalabro del bautismo de fuego en Alegría de Pío frente a las fuerzas de Batista, los expedicionarios se dispersaron; mas el reencuentro días después en Cinco Palmas de algunos de ellos con Fidel y Raúl, el abrazo de los dos hermanos y reunir siete fusiles selló la esperanza de Fidel: "Ahora sí ganamos la guerra!".

   Volviendo a la acción del 30 de noviembre, posiciones estratégicas de la tiranía como la Estación Nacional de Policía, en la Loma del Intendente, fueron objetivos del ataque, cuando ingresaron en el martirologio de la Patria tres valerosos jóvenes: Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada.

   La victoria definitiva de la insurrección el primero de enero de 1959 puso de manifiesto que su sangre no se derramó en vano.

   Aunque no pudo cumplirse el vaticinio de Fidel de que en 1956 seremos libres o seremos mártires, el levantamiento de la brava ciudad y otros hechos asestaron golpes demoledores a la tiranía batistiana y fomentaron el historial de Fidel, que creó posteriormente un Ejército Rebelde en las montañas con fuerza suficiente para acelerar el triunfo.

   Frank siempre confió en el espíritu revolucionario del pueblo y ponderó su apoyo incondicional a la causa y la protección a los jóvenes combatientes, pues muchas casas abrieron sus puertas para abrigar a los luchadores perseguidos y evitar que los asesinaran.

   Las escuelas, centros de trabajo y comunidades santiagueras que se honran con los nombres de Frank País, Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada no solo son sitios para el recuerdo, sino también para el tributo perenne y, sobre todo, para perpetuar su legado ante las nuevas generaciones.

   El levantamiento constituyó un hito que ayudó a forjar la rica historia de Santiago de Cuba, donde se había protagonizado la proeza del 26 de julio de 1953 con el asalto al Cuartel Moncada, y justificadamente se proclamó el triunfo de la Revolución, el primero de enero del 59, en el corazón de su Parque Céspedes, instante en que la euforia de rebeldes y moradores no cabían en los pechos de tanto orgullo.

   Razones tuvo Fidel por confiar y esperar siempre de ella la victoria, considerarla ejemplo en la lucha, reconocerla y entregarle las condecoraciones más altas: Ciudad Héroe de la República de Cuba y Orden Antonio Maceo, por simbolizar el heroísmo y la hidalguía de un pueblo y una nación.