Trece de marzo de 1957: la sangre inspiradora

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ACN - Cuba
Marta Gómez Ferrals | Foto: Archivo
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11 Marzo 2025

   “¡Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad!”, escribió poco antes de caer en combate el 13 de marzo de 1957 el líder estudiantil José Antonio Echeverría, al frente de un comando del Directorio Revolucionario que ese día asaltó el Palacio presidencial y ocupó por breve tiempo la emisora Radio Reloj.

   Los objetivos principales de ambos hechos no se lograron por la descoordinación en algunas acciones en el lugar de los hechos.

   Sus fines eran ajusticiar al dictador Fulgencio Batista, cuya tiranía enlutaba al país, y, además,  tomar la estación de radio, para informarlo a todo el país, debido al nivel de audiencia del medio noticioso.

   Batista no estaba en su despacho a la hora habitual y uno de los vehículos previstos para apoyar con armamentos perdió la ruta correcta en el camino a Palacio.

   El Comando había concebido la audacia de ajusticiar al tirano, en razón de su prontuario irrefutable de asesino de patriotas, y una vez divulgada la noticia al pueblo, dirigirse al área de la Colina Universitaria, escenario de luchas por la justicia y reformas en la educación.

   Desde sus predios tocados por la historia y el presente de aquel tiempo, le entregarían armas al pueblo y se convocaría a una insurrección general, de apoyo a los combates que libraba el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra.

   No fueron acciones coordinadas por ambas agrupaciones combatientes, pero respondían a la identificación de conciencias entre el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, encabezado por Fidel Castro, y el Directorio Estudiantil, cuyo líder era el estudiante de Arquitectura José Antonio Echeverría.

   La Carta política de México firmada por ambos dirigentes también en 1956 daba fe de la plena identidad de principios y el reconocimiento de la vía armada como alternativa principal en los métodos para liberar a la nación del oprobio.

   El comando de vanguardia que debía acceder a la oficina del presidente, donde era tradición encontrarlo a esa hora, se desconcertó cuando éste  estaba ausente.

   En ese contexto cae mortalmente herido Carlos Gutiérrez en encarnizado enfrentamiento que la guarnición presidencial entabló con rapidez.

   Con la certeza de que allí no cumplirían la misión, José Machado (Machadito) dio la orden de retirada, dilatada al percatarse de que Juan Pedro Carbó Serviá no aparecía y regresó a buscarlo al interior del edificio.

   Ignorando el fracaso del asalto previsto a la guarida de Batista, José Antonio al frente del grupo encargado de ocupar Radio Reloj, enrumbó hasta su sede y logró penetrar hasta una cabina de transmisión y hacerse con el micrófono.

   Pero solo pudo emitir un corto parlamento de su Comunicado al Pueblo, del cual todavía existe una grabación estremecedora.

   Al ser cortado y obligado a abandonar Radio Reloj, José Antonio Echeverría se dirigió en un auto a la Universidad. En el tránsito fue interceptado por un carro patrullero, identificado y baleado cobardemente. En el enfrentamiento el líder mostró una vez más valentía y decisión de lucha.

   Fue masacrado en una calle aledaña al centro docente, de modo que el héroe murió muy cerca de los lugares que fueron testigos de su accionar a favor del movimiento revolucionario estudiantil y de Cuba.

   El heroísmo del 13 de marzo de 1957 siguió mostrando el camino del deber y que todos los implicados en la gesta respondían a un compromiso, y además eran sabedores de que el ambiente político y movilizativo creciente en el país, principalmente protagonizado por jóvenes, tenía estrecha sinergia con sus objetivos.

   Apodado Manzanita por su tez sonrosada, con su muerte José Antonio dio una lección de vida y de esperanza para la continuidad de las luchas de los cubanos.

   Nació el 16 de julio de 1932 en la occidental ciudad de Cárdenas, perteneciente a la provincia de Matanzas, y resultó uno de los héroes de impronta más amable y pura a su paso por los centros de enseñanza donde se educó.

   Sin embargo, fue desde la Universidad de La Habana que mostró su valor en el  nivel nacional e incluso regional, al ser partícipe de eventos estudiantiles en Centroamérica y como presidente de la legendaria FEU desde 1954 hasta 1957.