Joel Mayor Lorán | Foto: Otoniel Márquez
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23 Junio 2023

 

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Aquel muchacho tan fuerte se coronó campeón de lucha grecorromana de Cuba en 1983, un año después lo llevaron a la Copa del Mundo en Estados Unidos, y conquistó la medalla de plata, así que Juan Conde González también iría a los Centroamericanos en República Dominicana.

Y el joven fornido no defraudó a quienes confiaron en que ganaría un oro para su Patria en los Juegos celebrados en Santiago de los Caballeros, en 1986. Cuentan que barrió rivales con soltura.

“Mi técnica preferida era el suplé de frente (mediante un agarre al cuerpo del adversario, lo proyectaba por encima de él, al arquearse hacia atrás). Era un movimiento de fuerza que entrenaba mucho y luego lo hacía muy rápido”.

Desde pequeño, su fuerza impresionaba a los entrenadores. Sin saber nada de lucha, ni haber practicado más deporte que algún juego de pelota en el barrio, hallaron al chico en Bahía Honda y, en poco tiempo, ya estaba en un ómnibus rumbo a Camagüey, para participar en los Juegos Escolares Nacionales.

“Vinieron al municipio a hacer captaciones. Faltaba por completar la división de 132 libras para el equipo de lucha grecorromana que asistiría a aquellos Juegos, en 1978, y me llamaron a incorporarme a los entrenamientos y salir de inmediato a competir.

“Por supuesto, no obtuve resultados, porque no tenía conocimientos técnicos. Debido a mis condiciones y fortaleza física, al año siguiente entré a la Escuela de Iniciación Deportiva (Eide), junto con el equipo de alto rendimiento de la provincia. Entonces, comencé a desarrollarme”.

Muy pronto se sucedieron los primeros éxitos. En 1982 integró el club deportivo central de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR); ya había sido subcampeón nacional de adultos. A base de talento y voluntad, hilvanó cinco coronas consecutivas en Cuba y permaneció durante una década en el equipo nacional.

“Había fuerza en mi división de los 82 kilogramos, con el santiaguero Orlando Pérez; Alfredo Linares, de Ciudad de la Habana; Alberto Blanco, de Camagüey; y otros luchadores de muy buena calidad en las provincias”.

Una tras otra, llegaban las medallas. En el torneo Internacional Granma cosechó 10 preseas de doradas. Parecía que aquel tapiz era suyo.

Por supuesto, las ganó también allende los mares. Tras la plata en la Copa del Mundo en Estados Unidos, conquistó un bronce en otra Copa del Mundo en Finlandia… y disímiles preseas, incluidas no pocas de oro, en torneos Clase A en Europa y en las copas Liberación en Hungría, Rumanía y Polonia.

Obtuvo bronce en los Juegos Panamericanos de Indianápolis `87 y plata en un campeonato panamericano en Colorado Springs, igualmente en EE.UU.

“Formé parte de la delegación a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles ´84, pero Cuba no participó, ni en esos ni en los siguientes, de Seúl `88. Había combatido en torneos de alto nivel por todo el Viejo Continente, en busca de la clasificación. Tuve un año muy bueno, con preparación acorde a una Olimpiada… y no pudo ser”.

Quizá cuatro décadas de nostalgia transcurran en un segundo, porque de inmediato salta del pasado al presente.

“La lucha en Cuba sigue muy bien, solo que otros países igual se han desarrollado, incluso en nuestra área, como Venezuela, Colombia y República Dominicana. Ahora mismo tenemos a Luis Orta, que es campeón olímpico, y a Oscar Pino, que ha sobresalido en los torneos en Europa”.

Esa pródiga zona montañosa de Bahía Honda donde vive Juan Conde González, dotó al equipo Cuba de béisbol de cinco peloteros de la talla de Luis Giraldo Casanova, Julio Romero, Alfonso Urquiola, Fernando Hernández y Félix Pino. De allí brotaron boxeadores estelares como Pablo Romero y Orestes Solano. Asimismo, pudieran surgir otros luchadores capaces de enorgullecer a su nación.

“Durante tres decenios me mantuve preparando a muchachos en desarrollo. Varios se incorporaron a la Eide y uno al equipo nacional, mi hijo Juan Luis, que clasificó a los Centroamericanos, participó en un Mundial y mostraba buenos resultados; sin embargo, una lesión lo separó del deporte.

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“Ahora tengo la responsabilidad de la atención a atletas y glorias deportivas. Hay que llevar el control de la base de datos de todos ellos, preocuparse por su salud y brindarles una atención médica especializada tras sus años de entrenamiento”, señala Juan Conde González.

Será otra demostración de grandeza: no basta alcanzar la gloria; también es preciso cuidarla… e irradiarla, para que germinen otras nuevas. (Joel Mayor Lorán, ACN)